La historia no se cansa de mostrarnos la complicidad que existe entre madre e hijas, siendo parte del entretejido de grandes historias de negocios familiares que ocupan diferentes sectores.
En la industria de la moda, existen mujeres que han edificado un imperio y ahora forma parte de un legado que reposará en sus hijas. Jóvenes que les invita a trabajar por el futuro de la empresa, con un factor en común: la pasión por el arte y la moda.
Entre las figuras de madres y sus herederas, se encuentran un sinnúmero de mujeres, pero en la industria de la moda quizás el círculo pueda ser más pequeño. Quizás las exigencias propias del medio ejercen presión en las nuevas generaciones, ¿cómo manejan esto cada una de ellas?
Donna Karan es una de las mujeres más destacadas de la industria de la moda que cuenta con una gran aliada en casa. Y es que su hija Gabby parece predestinada a seguir los pasos de su madre. Así, ha colaborado con ella a lo largo de los últimos años, sirviendo de inspiración y ayuda a la diseñadora y colaborando incluso con el estilismo de algunas de las tiendas de la marca.
Donde quiera que vaya Allegra Beck es el futuro de Versace. Aunque ella se niegue a cultivar el apellido y la atención de la prensa que conlleva, es la heredera de una participación del 50% en un negocio de $500 millones de dólares que ingresó su nombre tan pronto como alcanzó los 18 años. Por el momento, ella se ha dedicado a estudiar música y practicar otras destrezas lejos de la moda, aunque su gusto por el arte está muy presente para dejar ver la semilla aún sin germinar de la heredad.
«La única razón por la que mantengo la compañía es porque Talita se va a hacer cargo de ella. Tenemos dibujos de colecciones de invierno que ella pintó con siete años. Cuando tenía nueve, yo estaba preparando un gran desfile en Florencia y le dije: ¿Quieres venir conmigo durante 10 días? Pero si vienes, tienes que trabajar. ¡Y realmente trabajó! Estuvo en el casting, colgaba la ropa en los percheros… ¡Le enganchó!», confesó Diane en una entrevista a Telva.
Al igual que su abuela vistió a toda una generación de mujeres trabajadoras antes que ella, Talita ofrece también propuestas a las jóvenes ejecutivas. Sin embargo, sus recatadas apuestas están a una distancia enorme de los, por entonces, explosivos estampados y feministas vestidos wrap que Diane creó en 1974. Aún así ella será la heredera.
Pepa tiene una personalidad enriquecedora y llena de vida, lo que no es de extrañar que sea de esta manera como se maneja el imperio Pepa Pombo. Verlas juntas es descubrir que muchas veces las pasiones vienen en el ADN.
“No creo que sea pasión, sino que nace con uno. Yo siento algo muy especial por los textiles, por todo lo que es materia prima, la construcción de ellos, por todo lo que implica crear una materia prima para construir la moda, porque para mí la base es: con qué se hace, cómo se fabrica y cómo se construye. Durante 40 años he fabricado toda clase de materiales, fibras y esa investigación se ha convertido en una carrera muy interesante, porque ahora Mónica la ha continuado, pero teniendo siempre clarísimo que la investigación y la construcción de la materia prima es lo más importante para tener el producto final», dice la madre a la prensa con gran orgullo.
A Isabel Sanchis no se le ha subido la popularidad a la cabeza. Se mueve por los caminos del éxito con naturalidad y una magia que caracteriza su creación. Huye de la pose y la apariencia, “intentamos que la mujer que viste Isabel Sanchis se sienta a gusto en su piel, independientemente de su talla, nacionalidad o edad. Ponemos mucho ímpetu en que la mujer que elige una de nuestras prendas se sienta única y especial. No diseñamos para un tipo de mujer en concreto, sino que intentamos resaltar aún más la belleza que existe dentro de cada una de nosotras sin crear estereotipos. Estamos a favor de la mujer real, la mujer que pisa fuerte siendo ella misma”.
Siempre ha confiado en sus posibilidades, se sabe con experiencia en su terreno que desde pequeña ya soñaba haciendo recortes en papel para muñecas y, posteriormente, diseñando su propia ropa y las de sus amistades. Fue más tarde, trabajando en una oficina, cuando se armó de valor, “y pedí una excedencia iniciándome en lo que más me gustaba hacer. Comencé dando clases de corte y confección y me lancé presentando colección en una tienda de mi ciudad”.
