Peso dominicano cerró con calma un año dificil

Por revistamercado | enero 12, 2021

LA TRANQUILIDAD y ritmo sostenido con los que la moneda dominicana venía devaluándose en los anteriores cinco años se acabó en el 2020, el año en que el covid impactó todos los sectores de la economía.

Entre 2015 y 2019 la depreciación del peso se situó entre 2.7 % y 5.3 %, indicadores que siempre e exhibían como ejemplo de la estabilidad de la economía.

Enero de 2020 tuvo un comportamiento similar,  con 5.6 %. De hecho, el primer trimestre mostraba suaves aterrizajes de la moneda nacional, entre 5 y 7 %, que no significaban señales de alerta.

Pero en abril, ya las noticias de la pandemia recorrían al mundo, llenándolo de incertidumbre, mientras crecían las cifras de contagios y muertes en todo el planeta. A tal punto se complicó la situación, que tras varias jornadas de pérdidas en las cotizaciones en las bolsas de valores, las principales monedas del mundo cayeron frente al dólar. En esos derrumbes arrastraron a la mayoría de las divisas latinoamericanas y así, el real brasileño, el sol peruano y los pesos mexicano, colombiano, chileno, argentino y uruguayo se desplomaron hacia niveles récord.

No le ocurrió una caída de tales dimensiones al peso dominicano, pero su cotización frente a la divisa estadounidense empezó a rodar con mayor celeridad. En abril perdió 8 %. A pesar de que el problema no era tan grave como en otros países de la región, el peso estaba tocado por la crisis y el aumento de la demanda de dólares, gracias al atractivo que estos tienen como refugio en casos de crisis, causó una devaluación preocupante de 13 % en mayo.

Fue peor en junio y julio, cuando el dólar se alcanzó a vender a RD$59 y la devaluación ascendió a los nada halagüeños niveles del 15 %.

El segundo semestre fue de progresiva calma de la tormenta. Al terminarse los confinamientos y con el progresivo retorno de la actividad económica normal, los mercados se fueron tranquilizando y la fiebre por el dólar bajó su temperatura.

Así, la presión cambiaria fue cediendo terreno y el año 2020 cerró con un nivel devaluacionista por debajo del 10 %. Mirando el vaso medio vacío, es una depreciación cercana al doble del indicador del año anterior y, por ende, costosa para la deuda externa y las importaciones. Pero mirando el vaso medio lleno, es un resultado tranquilizador para una economía que a medio año marchaba camino de una devaluación del 20 %.

En marzo, cuando el covid atacó, el Banco Central actuó para sostener al peso. Explicó entonces, que “el objetivo es mantener niveles adecuados de liquidez a fin de garantizar la certidumbre a los agentes económicos y del público en general”. Para ello, aumentó la disponibilidad de divisas para el sector financiero por USS$1,700 millones.

En abril puso a disposición de las entidades crediticias otros US$622 millones. Para finales de mayo, el Banco Central advirtió que continuaría “apoyando la disponibilidad de divisas en el mercado cambiario hasta tanto los sectores generadores de divisas vayan retomando su dinamismo”. Recordaba que la oferta de divisas estaba golpeada por la suspensión del turismo y el menor dinamismo de las exportaciones, y que había soltado US$2,200 millones en intervenciones a través de la Plataforma Cambiaria.

Las intervenciones del Banco Central se combinaron con la progresiva normalización de la actividad económica mundial, la calma en el mercado cambiario internacional y el aumento de las remesas enviadas desde el exterior, para frenar la carrera del peso, que al cierre del primer semestre amenazaba con acelerarse aún más.