[vc_row][vc_column][vc_column_text]El ascenso organizacional de la Sostenibilidad, con mayúsculas, es un hecho. Este concepto nunca ha tenido un carácter tan urgente como hasta ahora y en la medida en que las empresas son escrutadas con base en este criterio, estas se preparan también en el seno de sus estructuras para hacer frente a la realidad con un criterio estratégico que se constituye en torno a una figura en concreto: el Chief Sustainability Officer (CSO).
Desde el año 2000, cuando se empezó a hablar de esta posición, este rol ha ido evolucionando de forma progresiva, junto a la figura del Chief Executive Officer (CEO), en su demandada capacidad de ayudar a las empresas a obtener una gran ventaja competitiva, desde una visión panorámica que cohesiona todos los ámbitos de acción de una empresa.
Pasadas dos décadas, todavía esta figura es desconocida en muchas empresas. El rol de CSO en Procter and Gamble, por ejemplo, no existió hasta el 2011 cuando su actual representante, Virginie Helias optó a esta, entonces, ignota posición en el mercado tradicional.
En una entrevista, afirmaba: “La función del CSO ahora se percibe como una misión transversal. Se trata de un liderazgo valiente hacia cosas que no se han hecho antes y de poder desarrollar una visión ambiciosa”
Su creciente importancia en el terreno de C-Suite, el máximo nivel ejecutivo en el que se encuentran los Chief Officers, no podría haber llegado en una coyuntura más crítica para el planeta. La buena noticia es que hoy en día la sostenibilidad comparte la mesa estratégica de las organizaciones de primer nivel mundial que marcan la pauta en el mercado global, dotando a esta figura de gran visibilidad en primera línea de juego empresarial, autoridad y potencial de contribución a lo largo de todo el negocio y la cadena de valor.
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