Las videoconferencias se impusieron en la era de la pandemia. Un recurso útil, pero que puede resultar en una herramienta agotadora.
Si al final de su jornada laboral usted está más exhausto que antes, no es el único. Durante las últimas semanas, las menciones de la “fatiga del Zoom” han surgido cada vez más en las redes sociales.
¿Por qué consideramos tan agotadoras a las videollamadas? En parte se debe a que nos obligan a enfocarnos más intensamente en las conversaciones para poder absorber la información. Cuando usted está sentado en una sala de conferencias, si se distrae puede recurrir a conversaciones en susurros con su vecino para ponerse al corriente. te una videollamada es imposible hacerlo, a menos que use la opción de chat privado o le pida al colega que repita lo que dijo.
Además, las videoconferencias hacen más fácil que nunca el desenfocarse. Todos hemos decidido que podemos escuchar atentamente, revisar nuestro correo y enviar mensajes a un amigo en los mismos 30 segundos. Excepto que, por supuesto, terminamos no escuchando mucho. En nuestras situaciones de trabajo desde casa, también estamos continuamente pidiéndole a e a nuestros seres queridos que no nos distraigan.
Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.
