Por favor, un médico

Por revistamercado | mayo 8, 2020

[vc_row][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]EN LA guerra contra la propagación de la enfermedad del coronavirus, una vulnerabilidad se asoma tanto para naciones industrializadas como para países en vías de desarrollo: la capacidad que tiene el sector salud, en especial el modelo público, de atender a una avalancha de infectados por la COVID-19, al tiempo que mantiene su capacidad de atender a los enfermos por otros trastornos e incidentes.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»2/3″][vc_single_image image=»42109″ img_size=»full» add_caption=»yes»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, no es optimista en torno al desafío mundial para los sistemas hospitalarios públicos.

Advierte desde finales de marzo de que los colapsos en el sistema sanitario debido a la pandemia, porque, a su juicio, puede “aumentar drásticamente” las muertes de pacientes con otras enfermedades.

Entonces, terminándose el mes de abril, Ghebreyesus muestra un panorama más complicado. “La pandemia está ejerciendo presión sobre los sistemas de salud de muchos países. El rápido aumento de la demanda de instalaciones y profesionales sanitarios deja a algunos sistemas de salud sobrecargados e incapaces de funcionar eficazmente.

Los sistemas de salud están colapsados, las muertes por enfermedades prevenibles y tratables con vacunas aumentan drásticamente”. Sobre el caso dominicano, el coronavirus sorprende a la red local de servicios de salud pública con un presupuesto previsto para 2020 de RD$94,536.59 millones, en aproximado el 2 % del producto interno bruto (PIB), en aproximado se trata de un octavo del gasto público general, pero se encuentra un punto porcentual por debajo del promedio que destinan las naciones latinoamericanas de su riqueza anual a la atención sanitaria estatal.[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_column_text]Ya a la altura de 3,000 casos de contagio a mediados de abril y con casi 200 fallecimientos a ese punto, el ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, comenzaba a dejar entrever que las instalaciones sanitarias activas no daban abasto para que los contagiados de la COVID- 19 mantuvieran el sano aislamiento, mientras se preservaba la capacidad de responder a emergencias de accidentes de tránsito (aunque disminuyeron drásticamente), las cardiopatías comunes y las personas con enfermedades catastróficas como el cáncer. Igualmente, las autoridades sanitarias admitieron la imposibilidad de practicar pruebas-COVID a gran parte de la población, obligando a las personas con síntomas a consultar a un médico por una prescripción, utilizar su afiliación a una administradora de riesgos de salud y esperar su turno, porque los laboratorios públicos y privados también están colapsados.

La tapa al pomo la colocó el ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, quien en una alocución pública le imploró a los médicos graduados que no dejen solos a los médicos pasantes en medio de esta crisis que sobrepasa hasta al mejor servicio de salud.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]