Los objetivos, ya sean personales o profesionales, son a veces difíciles de alcanzar. ¿Por qué? Las investigaciones recientes muestran que cuando nos proponemos alcanzar nuestros objetivos, nos enfocamos en la recompensa.
Debido a que los objetivos a menudo requieren que participemos en acciones y comportamientos que son nuevos, exigen un esfuerzo significativo. Nuestros cerebros están constantemente sopesando los costos y beneficios de nuestras elecciones. Si sentimos que el esfuerzo supera la recompensa, estamos tentados a rendirnos.
¿La solución? Puedes superar nuestra resistencia natural a hacer cosas difíciles persiguiendo hábitos en lugar de objetivos. Estos enfoques pueden ayudarte en ese camino:
Haz que tus objetivos sean realistas, no fantásticos
Digamos que has decidido que, antes de tu cumpleaños, en cuatro meses, vas a leer todos los libros que ha comprado en los últimos 10 años y nunca terminaste. Parece mucho para abordar en tan poco tiempo.
¿Qué pasaría si te fijas el objetivo de leer durante una hora todas las mañanas antes de levantarte y una hora todas las noches antes de acostarte? De esa manera, podrías leer uno o dos libros a la semana y, finalmente, alcanzar tu objetivo.
El reto ahora parece más realista y alcanzable, ¿verdad? También obtienes el factor de sentirte bien cuando alcanzas ese objetivo diario.

Asegúrate de que tus objetivos son claros, no ambiguos
Un objetivo ambiguo deja demasiado a la interpretación. Será difícil decidir qué acciones diarias debes realizar en tu viaje si tu destino es vago. En su lugar, haz que tus objetivos sean SMART (específicos, medibles, alcanzables, relevantes y limitados en el tiempo).
Digamos que tu objetivo es ser más organizado en el trabajo. Pero, ¿qué significa realmente ser organizado?
Por ejemplo, podrías establecer un pequeño objetivo de vaciar tu bandeja de entrada al final de cada día (específico y relevante). Ahora, reserva 10 minutos en tres momentos del día para mirar tu bandeja de entrada (alcanzable, medible y limitado en el tiempo).
De esta forma, tendrás muchas más posibilidades de lograr tu objetivo y crear un hábito que cambiará la forma en que trabajas.
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Enfócate en el progreso, no en la perfección
Preocuparse por hacer algo a la perfección puede impedirte hacer cualquier cosa. Reconocer esta barrera es el primer paso para superarla.
Por ejemplo, supongamos que deseas aprender un nuevo idioma y decides utilizar una aplicación. Has establecido una meta SMART de estudiar durante 30 minutos antes de cada día laboral.
A veces, puede parecer que das un paso adelante y dos atrás, puedes dedicar diligentemente 30 minutos al día a estudiar durante dos semanas completas, luego tratar de hablar y tropezar con tu nuevo vocabulario. En lugar de dejar que eso te detenga, celebra el hecho de que intentaste una conversación en tu nuevo idioma como una victoria, incluso si no fue impecable.
Mantente constante, no distraído
Cuando comenzamos a hacer algo todos los días, se convierte en una rutina y, eventualmente, en un hábito.
Cualquiera que sea tu objetivo, recuerda que no es necesario (y probablemente resulte imposible) que suceda de la noche a la mañana. Dividir el objetivo en pequeños pasos diarios, hacerlos SMART y mantenerte constante aumentará tu probabilidad de alcanzarlo.
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De Harvard Business Review, por Jeremy Campbell
(Jeremy Campbell es el CEO de la empresa de tecnología y mejora del rendimiento Black Isle Group)
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