Kathryn Bigelow, la mirada femenina en el séptimo arte

Por Karime Rivas | abril 30, 2021

Solo cinco mujeres han sido nominadas a la mejor dirección: pero solamente una ha sido reconocida con la estatuilla dorada más ansidad por quienes han hecho del séptimo arte su entorno vital, Kathryn Bigelow por “The Hurt Locker” (2009); hoy con Detroit, se esperan sopresas…

Kathryn Bigelow
Kathryn Bigelow, en 2010 fue la primera mujer en conquistar el Oscar a la mejor película y a la mejor dirección por «The Hurt Locker».

Es un hecho que el cine ha reflejado la revolución de la mujer, la familia y la sociedad en el siglo XX. El cine nace en masculino: es el hombre quien (en aquel tiempo) desempeñó las funciones públicas mientras la mujer reinaba en el ámbito privado, educando desde el hogar a los futuros ciudadanos. Pero cabe cuestionarse si le fue suficiente ese papel a la mujer, y más aún, si la mujer actual lo aceptaría con sumisión como en aquellos remotos años.

La respuesta es obvia; desde luego que no. Por esta razón su asalto al poder, y en el caso del cine, donde ellas han pasado de ser crudos objetos de deseo, de consolidarse como protagonistas de la historia amorosa en las comedias de Hollywood, a comandar la aventura del séptimo arte como guionistas (E. Thompson, R. P. Jhavbala, Diablo Cody), productoras (B. Streisand, I. Bollaín) y, sobre todo, directoras: la propia Streisand, M. von Trotta, S. Coppola, A. Huston… pero también M. Nair, D. Metha, I. Bollaín, I. Coixet, G. Querejeta, K. Bigelow, L. Schefig, S. Bier, N. Labaki, M. Ruíz de Austri.

Kathryn Bigelow
Hollywood y los cineastas más dóciles, suelen tirar por lo más cómodo cuando toca denunciar, Bigelow rechaza esa opción. El estamento policial (en toda su amplitud) queda en mal lugar, como la propia ciudad de Detroit.

Es en este contexto en donde Kathryn Bigelow, concisa, áspera y brillante sabe contar y construir visualmente una historia, la que sea, pero sobre todo domina la acción, sustantivo aplicado al movimiento, en términos audiovisuales vinculado al ritmo, que también admite variantes en “Detroit”.

Es aquí en donde muestra su pericia narrativa sin caer en el barullo y la taquicardia. La muy larga secuencia del interrogatorio a los jóvenes retenidos en el hotel Algiers, aquella noche de julio de 1967, resulta hipnótica por su planificación sobria, su montaje eficaz, su contenida dirección de actores y una cadencia dramática interna que atrapa al espectador y lo absorbe del tiempo cuando apenas ha transcurrido media película…

Kathryn Bigelow
Para Bigelow se trata de hurgar en las raíces del mal, del odio al semejante, más todavía si una parte se considera dueña de la razón por ser autoridad e intentar imponerse por «derecho propio».

Más allá de las notas de contexto con ráfagas de archivo, la trama da la espalda a la didáctica, rechaza la recreación histórica y altamente referencial para dar paso a la reflexión activa.

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