Leonardo da Vinci, uno de los personajes más ilustres en la historia de la humanidad nos expuso, allá en el lejano 1485, el Homo Quadratus, la traslación de las medidas perfectas del ser humano.
En materia de infraestructura vial, la definición de una autopista ha cambiado con el paso de los años y con las necesidades y presupuesto de cada país.
La seguridad, la comodidad y la sostenibilidad están cobrando especial relevancia, ante la inminente llegada de los vehículos semiautónomos y eléctricos.
El cambio hacia una nueva movilidad exige diseñar carreteras más eficientes y que interactúen con el tráfico.
Por ello, la tendencia de los constructores a lo largo y ancho del mundo es crear autopistas inteligentes o smart highways, con la tecnología como pieza clave.
En otro aspecto, está la seguridad vial, ya que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año en el mundo mueren alrededor de 1.3 millones de personas mueren en accidentes carreteros.
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Desde los estudios de viabilidad a la planeación, diseño, adquisición, supervisión de construcción y evaluación posterior a la construcción, se requiere de la ingeniería para asegurar una eficiencia y seguridad óptimas, aunque siempre minimizando costos y el impacto ambiental.
Para poder ser calificada como autopista, una vía de circulación debe reunir las siguientes características:
Las señales verticales son carteles fijados en estructuras de sostén, cuyo propósito es transmitir a los conductores un mensaje que puede tener por objeto:
Por Redacción de Revista Mercado
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