[vc_row][vc_column][vc_column_text]Los jóvenes tomaron la palabra en la Cumbre del Clima. Y a la cabeza del movimiento, se encontraba un nombre de la que ya se ha convertido en obligada referencia en lo que a temas medioambientales y convocatorias globales se refiere. Greta Thunberg.
La entrada magistral de la joven activista sueca, nombrada persona del año por la revista Time, levantó como siempre fuertes expectativas mediáticas. Y no defraudó. Fuera con palabras o silencio su figura vapulea a propios y extraños, sin diferencia de posición, edad o coyuntura. Ella mantiene el monopolio de atención allá donde pisa. Se estrenó oficialmente en la XXV Conferencia de las Partes de Cambio Climático de la ONU (COP25) por sorpresa, con mucho revuelo y pocas palabras, precedida de una severa advertencia lanzada por ella misma en redes sociales: “Hay un riesgo de decepción en todo el proceso de la ONU por la incapacidad de reconocer que existe una emergencia”.
Rodeada de un séquito de jóvenes adolescentes, procedentes de los países más vulnerables del mundo, recalcó en una breve intervención: “La emergencia climática no es un problema de futuro, sino que nos está afectando ya. Hay gente que está sufriendo y muriendo hoy”. La encomienda era clara: “Queremos acción”. No dijo más. Las palabras, esta vez, sobraban. Greta Thunberg callaba para dar voz a las historias de las nuevas generaciones del mundo que siguen sus pasos en esta batalla mundial.
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