El planeta descansa: Biden pondrá fin a la guerra

Por pferreras | abril 15, 2021

La vida de un presidente no es nada fácil, mucho menos si se trata de Joe Biden, líder de la primera potencia mundial. A diario carga con la responsabilidad de tomar una serie de decisiones importantes, las cuales deben asegurar el bienestar de su población y traer beneficios al país.

Desde hace dos décadas, los mandatarios que han pasado por la famosa Casa Blanca de los Estados Unidos mantuvieron una guerra activa en Afganistán, desplegando sus tropas en el extranjero para evitar otro ataque como Las Torres Gemelas.

Biden es el cuarto presidente con tropas estadounidenses activas en Afganistán, pero prometió que no pasará esa «responsabilidad a un quinto», ordenó la salida a las Fuerzas Armadas en Medio Oriente previo al vigésimo aniversario de la tragedia sucedida en Nueva York el 11 de septiembre de 2001.

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La decisión causó furor en la opinión pública, pese a esto, el Jefe de Estado defendió la salida a toda costa, sus tropas no tenían más nada porqué luchar: el objetivo principal se cumplió al matar a Osama bin Laden, el entonces líder de Al Qaeda, y desmantelar el grupo terrorista en 2011.

«Nuestra presencia en Afganistán debería estar enfocada en la razón por la que fuimos allí en principio, para asegurarnos de que Afganistán no se convirtiera en una base para atacar nuestra nación otra vez. Hicimos eso. Cumplimos ese objetivo», afirmó.

El proceso inicia en mayo, incumpliendo con la fecha límite establecida por Donald Trump el año pasado –1 de mayo–.

Una guerra de manipulación

La acción significa poner fin a la guerra más larga en la historia de los Estados Unidos y en la que contaban con todas las de perder; durante los casi 20 años que duró activa, el país gastó más de US$ 2 billones, mientras se perdieron más de 130,000 vidas.

«No podemos continuar el ciclo de extender o expandir nuestra presencia militar en Afganistán con la esperanza de crear las condiciones ideales para nuestra retirada, esperando un resultado diferente», expresó Biden.

Los papeles de Afganistán revelan cómo la nación americana mantenía engañado al mundo completo, hacían creer la guerra funcionaba a su favor, cuando era todo lo contrario.

Estados Unidos logró fabricar toda una realidad promocionando estadísticas distorsionadas y falsas, con el visto bueno de altos funcionarios; una entrevista a un oficial no identificado del Consejo de Seguridad Nacional reveló resultaba imposible rescatar datos positivos, «las métricas siempre fueron manipuladas durante la guerra» y con una presión directa de La Casa Blanca y el Pentágono, según el anónimo.

Michael Flynn, director de Inteligencia de la Fuerza Internacional de Asistencia de Seguridad en Afganistán –2009 a 2010–, reveló mataban a una gran cantidad de personas por lo cual las cosas no iban de maravilla como decía Washington, calificó la manipulación como «falta de coraje de los funcionarios de alto nivel del gobierno para decir la verdad».

Tras cumplir el objetivo del ataque seis meses después, la situación se había convertido en un conflicto sin salida fácil e imposible de ganar, cita The Washington Post, destacando entrevistas de funcionarios que claramente hacían hincapié en el pésimo liderazgo de los comandantes en idear una clara estrategia con objetivos realistas. Desplegaban tropas basado en la ignorancia.

La corrupción jugó un papel tan importante que la CIA –Agencia Central de Inteligencia de EEUU– se vio obligada a comprar la lealtad de gobernadores, líderes religiosos y parlamentarios. Otro alto diplomático anónimo entrevistado atribuyó la acción debido a que se asociaron con los miembros equivocados, pues el ejército fomentó la corrupción pagando a agentes de poder afganos.

Dentro de su libro como 46.º presidente de los Estados Unidos, Biden escribe el punto final al capítulo de una guerra manipulativa.

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