Los inspiradores de sus emociones políticas de juventud los define el propio Joe Biden: “Durante mis años de adolescencia y universidad, hombres y mujeres fueron cambiando el país, como Martin Luther King, Jr., John F. Kennedy, Robert Kennedy, y fui arrastrado por la elocuencia, convicción, y por el auténtico tamaño de sus sueños improbables”.
Llegar a la Presidencia de Estados Unidos parecía otro sueño improbable para Biden. después de haberlo intentado en 1998 y en 2008, sin haber superado la condición de precandidato, y de haberlo pensado como una opción en 2016, cuando fue convencido por su jefe, Barack Obama, de cederle el turno de la candidatura demócrata a Hillary Clinton.
Pero en 2020, alcanzó el sueño: derrotó al presidente y candidato republicano Donald Trump, por 306 a 232 delegados al Colegio Electoral y por una votación popular de 78 millones contra 72.7 de su contendor.
Y tras el triunfo, también definió quiénes lo inspiran a las puertas de la Casa Blanca: “Lincoln en 1860, viniendo a salvar la Unión; Roosevelt en 1932, prometiendo a un país atribula- do el New Deal; Kennedy en 1960, prometiendo la Nueva Frontera, y hace doce años, cuando Barack Obama hizo historia, y nos dijo: ‘Sí, podemos’”.
Biden se graduó en Historia y Ciencias Políticas en la Universidad de Delaware, y de abogado en la Universidad de Syracuse. Inició su carrera política con la victoria en las elecciones del consejo del condado de New Castle, en Delaware, en 1969. En ese estado vivió dede muy niño, aunque había nacido en Pensilvania.
Y por Delaware fue elegido senador en 1972, cuando cumplía sus 30 años. En esa posición permaneció hasta el 2008, cuando se convirtió en el vicepresidente de Obama. Al ganarle a Trump, los medios estadounidenses se lanzaron a contar su vida y destacaban cómo tuvo que superar dos desgracias que se convirtieron en puntos de inflexión en su vida: primera, la muerte de su esposa Neilia y su hija Noemi, en 1972, cuando su auto fue chocado por un camión, dos días antes de la Navidad; y segunda, otra muerte, la de su hijo, Beau, en 2015, atacado por un cáncer cerebral.
Durante su viudez, rehizo su vida con base en la fórmula que le recomendaron de enfocarse totalmente en su trabajo, a la que acompañó de un profundo apego por sus hijos Beau y Hunter, sobrevivientes del accidente. Es muy recordada su actitud de viajar 300 kilómetros todos los días entre Washington y Wilmington, durante tres años, para estar con sus hijos.
También la rehizo con su segundo matrimonio con Jill Tracy Jacobs en 1977, a quien conoció en una cita a ciegas. Sumó 36 años como senador, con decisiones polémicas en asuntos de política internacional, como su postura en contra de la Guerra del Golfo, lanzada por George Bush, padre. Fue un contraste que siempre le achacaron, respecto de su apoyo a la intervención de la OTAN en la guerra que desmembró Yugoslavia.
También polémico fue su voto a favor de la guerra que emprendió Bush hijo en Irak, para luego votar en contra respecto del envío de más tropas.
En su período como vicepresidente, le correspondió la dura tarea de acudir al Congreso a negociar con los Republicanos. Es muy recordado, por ejemplo, su apoyo a las uniones homo- sexuales.
Pero además, le tocó volver a ocuparse de intervenciones militares de EE. UU., apoyando a Obama en el caso de Libiay en el cambio de rumbo estratégico en Irak. La campaña electoral no fue nada fácil. Antes
de las primarias se retiraron 17 precandidatos y otros nueve durante las mismas. Su con- tendor final fue el senador de Vermont, Bernie Sanders, quien alcanzó a liderar las primarias antes de que el ascenso de Biden le convenciera de retirarse.
En agosto lanzó su can- didatura presidencial y seleccionó a la senadora de California, Kamala Harris, como su fórmula vicepresidencial. Y se enfrentó a Trump, quien durante la campaña se dedicó a atacar a Biden, en una estrategia que tuvo punto culminante en los dos debates por televisión, en los que en vez de exponer su propia plataforma, optó por atacar- le, incluso aludiendo a sus asuntos familiares.
