Odiado por muchos y amado por pocos, así va el dicho para Vladimir Putin mientras el líder ruso se vuelve cada vez más represivo, ganando un importante porciento de la población en su contra.
Lo bueno que pudo haber hecho el Estado ha pasado a segundo plano, decenas de miles de jóvenes protestaron por el centro de Moscú mientras se pronunciaban ante su presidente como «asesino». Tímidos en un inicio, pero sin temor sonreían de oreja a oreja en medio de la proclamación por su libertad.
Aquellos presentes mostraban su apoyo a Alexey Navalny, el líder político de la oposición rusa, el cual actualmente es prisionero y puso fin a su huelga de hambre tras 24 días luego de una advertencia de sus médicos –dijeron que este podía morir de forma inminente si decidía continuar–.
La represión se siente: estudiantes han sido expulsados, socios de Navalny han sido detenidos, editores de revista han sido arrestados. Aquel que piense distinto a Putín parece terminar en la cárcel o fuertemente amenazado por las autoridades rusas, el poder está concentrado en el líder de la nación junto a sus servicios de seguridad.
«Si guardamos silencio ahora, Rusia descenderá a la oscuridad total», establece el equipo del líder opositor en cuanto a la justificación de la manifestación pacífica.
La credibilidad de Putin se desvanece, sus acciones difieren astronómicamente de sus palabras; promete una nación totalmente diferente a la que se está en proceso de formación.
Tristemente, la política se ha transformado a depender de una ideología de terror de estado. Este año queda demostrado: eliminó los límites de mandato que estaban supuestos a dimitirlo como presidente en 2024 y castiga a «los que se atrevan» a ejercer su derecho a la libre expresión distinto a su ideología.
Queda demostrado, pues mientras un prometedor discurso sobre el estado de la nación se llevaba a cabo, fueron detenidos los aliados más cercanos al líder opositor que aún no habían huido del país; un camarógrafo involucrado en investigaciones involucradoras contra Putin enfrenta dos años por un tuit.
Alexey Navalny ha sido más que un simple opositor al longevo régimen corrupto de Vladimir Putin, podría hasta ser considerado líder de la revolución hacia la libertad rusa. Navalny desnudó al gobierno del mandatario, por lo cual fue encarcelado en una de las peores cárceles de Rusia e incluso negado atención médica.
El movimiento inspirado por Navalny cada vez cobra más fuerza, sus seguidores implementan estrategias para debilitar al actual presidente en las elecciones puesto a que el gobierno no le ha permitido al principal opositor oficializar su propio partido.
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