Tan clara como el cristal

Por revistamercado | noviembre 10, 2019

KRISTALINA GEORGIEVA
DIRECTORA GERENTE
FONDO MONETARIO INTERNACIONAL

ACUMULABA SOBRE ella todas las expectativas. El mundo esperaba sus palabras. No había una voz más autorizada para contarle al planeta cómo va su economía y cómo se percibe la del próximo año. Se estrenaba en uno de los más altos cargos que una mujer pueda desempeñar en el mundo y su primer discurso era esperado como una señal que indica qué tan difícil está el camino.

Y Kristalina Georgieva cumplió con esas expectativas, pero sin vaticinios catatróficos. Dejó un mensaje de contrastes, que combina la preocupación por la coyuntura mundial con la seguridad de que aún hay estrategias que se pueden adoptar para impulsar el crecimiento económico.

En su primera intervención oficial como directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), advirtió los graves problemas que se derivan de la guerra comercial, pero no planteó una inminente e inevitable recesión.

La economista búlgara no titubea en advertir que el crecimiento económico este año disminuirá en casi el 90 % del mundo, pero con contrastes increíbles como el hecho de que en casi 40 economías de mercados emergentes y en desarrollo las tasas de crecimiento real del PIB superarán el 5%.

Contrastes como que a pesar de la desaceleración, en EE. UU.

y Alemania el desempleo está en mínimos históricos. Pero, simultáneamente, una advertencia: “en una guerra comercial, todos pierden”.

Así debutó en el poderoso FMI, la mujer que relevó a Christine Lagarde.

Kristalina nació en Sofía, la capital de Bulgaria, 66 años atrás, cuando el país tenía un gobierno socialista y giraba en la órbita de la antigua URSS. Doctorada en economía y con maestría en economía política en la Universidad de Sofía, ha insistido varias veces en que vivir bajo el entorno político de esos años le sirvió para conocer el fracaso del modelo económico socialista.

Su carrera académica tiene dos logros destacados: profesora visitante en la Escuela de Economía de Londres y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, recintos donde se codeó con los grandes del pensamiento económico.

Entró al Banco Mundial en 1993, como economista especializada en medioambiente. Ahí tuvo una carrera fulgurante de 17 años: directora de Desarrollo Sostenible, directora para Rusia, directora de Medio Ambiente y Desarrollo Social en Asia Oriental y Pacífico, vicepresidenta y secretaria.

Pasó a la Unión Europea, donde fue comisaria de Cooperación Internacional y desempeñó el comprometido cargo de vicepresidenta de Presupuesto y Recursos Humanos: Eso le significaba ser responsable de US$ 175,000 millones y de un batallón de 33,000 funcionarios. En 2017 volvió al Banco Mundial, donde en los últimos tres años fue directora general.

Con la salida de Lagarde al Banco Central Europeo, Kristalina surgió como la candidata de la UE para reemplazarla y desde octubre asumió el máximo cargo del FMI.

Una economista con tal currículum y tamaña responsabilidad tenía los ojos del mundo enfocados en lo que dijera en la clásica Reunión Anual del FMI y el Banco Mundial.

No decepcionó, porque advirtió de los graves riesgos que se corren (la guerra comercial es un ejemplo), pero aseguró que es posible salir adelante y dio la fórmula para ello Kristalina es la versión búlgara del original griego Krystalia, que significa cristal. Fiel a la transparencia que su nombre exige, señaló las cuatro prioridades de política económica que considera el FMI: política monetaria con bajas tasas de interés, baja inflación y estabilidad financiera; deuda pública moderada; reformas estructurales para enfrentar las pérdidas de puestos de trabajo por la automatización, y cooperación internacional para enfrentar el cambio climático, mitigando los daños ya causados e invirtiendo en nuevas tecnologías. Tareas nada sencillas, pero hay que hacerlas, porque las pide el FMI, de manera cristalina. AT