


En este primer mes del año lo más importante es resaltar que la economía dominicana se encuentra en ‘buenas condiciones para salir airosa’ del desafiante panorama internacional, habida cuenta de la fortaleza de los fundamentos macroeconómicos y la resiliencia de los sectores productivos. Los fuertes fundamentos macroeconómicos del país son destacados por los economistas, inversionistas y analistas financieros a la hora de realizar sus pronósticos para el desempeño del próximo año 2023. Veamos sus argumentos.

Roberto Despradel
Economista, VP Dasa
“La tendencia de reducir las cadenas de suministro globales colocan a las empresas exportadoras dominicanas en una posición ventajosa cara al mercado de EE.UU.”
El desempeño económico de la Republica Dominicana en el 2022 fue muy positivo al considerarse el adverso entorno internacional en que nos encontramos. Para el 2023 seguimos esperando vientos de frente que limitarán la capacidad de crecimiento de la economía dominicana. Las proyecciones oficiales han venido ajustándose a la baja, colocándose en un crecimiento esperado del 4.5 %.
En los últimos meses hemos visto crecimientos por debajo a estos niveles, reflejándose una tendencia de desaceleración económica. Es de esperarse que con los aumentos en los niveles de las tasas de interés se modere el crecimiento del crédito, impactando sectores sensibles a las fluctuaciones en las tasas, como la construcción. Las proyecciones internacionales empujan hacia un robusto crecimiento del tráfico de pasajeros, manteniéndose un importante apetito para viajar, lo cual obra a favor del sector turismo.
4.5 % Crecimiento
De igual manera, la tendencia de reducir las cadenas de suministro globales, y de diversificar los riesgos de concentración, colocan a las empresas exportadoras dominicanas en una posición ventajosa hacia el mercado de EEUU. De igual manera, existe espacio fiscal para acelerar los gastos de capital, haciendo contrapeso en el sector de la construcción. De alcanzarse un control de la inflación para mediados del año, el Banco Central tendrá mayor espacio para flexibilizar la política monetaria. El 2023 será un año de complejidades, donde se espera que los mayores vientos de frente lleguen en el primer semestre.
Será retador alcázar el 4.5 % de crecimiento, proyectándose una inflación anualizada entre 4.5 % y 5 %, con una devaluación entre 3.5 % y 4.0 %.

Magín Díaz
Economista especializado en finanzas públicas y macroeconomía
“La buena noticia es que el país seguirá creciendo al menos el doble que la región, con una inflación que va reduciéndose”.
El panorama internacional para el 2023 sigue complicando por numerosas razones: el Fondo Monetario y el Banco Mundial están pronosticando una fuerte desaceleración de la economía mundial que incluso puede convertirse en una recesión. En efecto, se prevé un crecimiento muy pobre en los países de la Unión Europea y en Estados Unidos. Por otro lado, China va a crecer, pero a una tasa moderada y muy inferior al promedio precovid.
A esto debemos adicionar que la inflación sigue siendo un problema en los países desarrollados, mucho de los cuales tienen inflación de dos dígitos, nivel sin precedente en las últimas décadas. Esto ha llevado a la mayoría de los Bancos Centrales del mundo a aumentar las tasas de interés y a restringir la política monetaria. Es decir, el contexto internacional nos va a jugar en contra debido a la combinación de alta inflación internacional mayores tasas de interés y menor crecimiento económico.
US$1,600 déficit 2022
La situación política de Haití también representa un gran reto para el país ante la incertidumbre de cuál sería la solución y cómo nos va a afectar. En este contexto se prevé una desaceleración de la economía dominicana, la cual crecería entre 4.0 y 4.5 %, un ritmo menor a su crecimiento de tendencia. La inflación seguirá cediendo y para el segundo semestre debe estar más cerca de la meta del Banco Central en el rango de 4 % + 1 %.
El sector eléctrico es un tema preocupante por la situación de los precios y disponibilidad de los principales combustibles a nivel internacional, como el gas natural. Si la situación actual se complica el déficit que en 2022 será de al menos 1,600 millones de dólares, podría ser aún mayor en el año 2023.
El turismo, las zonas francas y las remesas han seguido creciendo a tasas muy buenas. Su evolución dependerá del grado de desaceleración de la economía mundial. En ese sentido, el tipo de cambio debe revertir la tendencia de apreciación que hemos visto el último año y medio; y retornar a una depreciación razonable en la medida en que se moderan los flujos de dólares hacia la economía. La buena noticia es que el país seguirá creciendo al menos el doble que la región, con una inflación que va reduciéndose, y con buenas perspectivas de mediano plazo. Es decir, en términos macroeconómicos seguiremos siendo la estrella de la región. Tenemos estabilidad política, económica y social (hasta ahora); y eso hace que el país sea muy bien visto para los inversionistas de largo plazo. Los flujos de inversión extranjera siguen llegando al país y de manera diversificada: no solo al turismo, sino al comercio, la construcción, la minería, las zonas francas, entre otros sectores. Altos niveles de reservas internacionales, una política fiscal prudente, un Banco Central con credibilidad y un sistema financiero con buenos indicadores, aseguran que en el corto plazo no hayan riesgos de una crisis macroeconómica. Esto a la vez permitiría que el país puede abocarse a hacer las reformas estructurales pendientes en el ámbito social, económico y político que marquen la senda de crecimiento y desarrollo para el futuro.

Raúl Ovalle
Economista especializado en finanzas públicas y macroeconomía
“A pesar de estos retos, la economía seguramente continuará dando muestras de su histórica resiliencia. Aunque esperamos una desaceleración”.
Disrupciones en las cadenas globales de suministro, choques de oferta en mercados energéticos y de alimentos, brote global de inflación, endurecimiento de las condiciones monetarias a nivel mundial y el conflicto bélico en Eurasia. Esta poly-crisis, reviste el “veinte-veintitrés” de incertidumbre: el consenso entre calificadoras, multilaterales y analistas es que, por segunda ocasión en 40 años, EEUU, la Zona Euro y China -en su conjunto responsables del 60 % del PIB mundial- crecerán por debajo de su tendencia. La única otra vez que esto ocurrió: 2020, el año de la pandemia.
A pesar de estos retos, la economía dominicana seguramente continuará dando muestras de su histórica resiliencia. Aunque esperamos una desaceleración relativo a la expansión observada en 2022, en 2023 anticipamos un crecimiento en el rango de 4.25 % – 4.5 %, el mayor de Latinoamérica y, suficiente para ascender un escalón en el posicionamiento de nuestra economía como la séptima de mayor PIB en la región.
1.25 -1.5 % Depreciación
En cuanto a los precios internos, prevemos que en la segunda mitad de 2023 la inflación habrá convergido al rango meta del Banco Central de la República Dominicana, cerrando el año en un rango entre 4 % – 4.25 %, poniendo fin al episodio de crecimiento de precios -por encima de la meta vigente- más persistente, desde la crisis financiera doméstica de 2003-2004. El triunfo en el control de la inflación, impulsado mayormente por la oportuna implementación de medidas restrictivas por parte del BCRD, probablemente requerirá que la tasa de política monetaria mantenga su nivel vigente (8.5 %) durante la primera mitad del año, a pesar de los incrementos adicionales que seguramente requerirán los BC en economías avanzadas durante todo el 2023 para controlar el brote inflacionario de sus economías. De cara al mercado cambiario, el cual atraviesa el episodio de apreciación interanual más persistente en más de 40 años, anticipamos que la depreciación gradual observada desde finales del tercer trimestre de 2022 se extienda durante todo el 2023, alcanzando una depreciación promedio en el rango de 1.25 % – 1.5 %. Los efectos de la desaceleración glo bal seguramente impactarán los flujos de remesas, turismo y zonas francas, claves en el exitoso desempeño observado por la economía durante 2022. Sin embargo, tres tendencias auguran un impacto mucho más limitado que el observado en episodios anteriores: niveles de desempleo hispano en EEUU en mínimos históricos, la extraordinaria afluencia de viajeros provenientes de Norteamérica en lo que expertos de la industria denominan “turismo de revancha”, y la creciente tendencia de reubicación de capitales (nearshoring) que mantiene los niveles de inversión extranjera de zonas francas en máximos históricos.
Finalmente, “veinte-veintitrés”, un año preelectoral, supone riesgos en el plano doméstico, que incluyen la profundización de la crisis sociopolítica de Haití, potenciales desvíos fiscales y la intensificación de la narrativa que plantea retiros anticipados e incluso disolución de las AFPs. En cada uno de estos casos, fortalecer el marco de gestión de crisis reputacionales, supone una inversión rentable tanto para hacedores de políticas públicas como a actores clave del sector privado.

Joaquín Zentner
Country Economist, Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
“RD se perfila como uno de los países de mayor estabilidad macroeconómica de la región, y con un gran potencial para asumir los retos que se avecinan”.
El año 2023 se perfila como altamente incierto. Las secuelas de la pandemia del COVID y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania han producido dos grandes efectos económicos: en primer lugar, a nivel global, ha incrementado la fragilidad fiscal y los niveles de precios (en especial de los alimentos), al tiempo en que se registra una disminución en el crecimiento de los países. En segundo lugar, se observa un freno en el comercio mundial, donde muchos países
podrían ir acercándose hacia a un modelo de integración por bloques comérciales. Las proyecciones globales de crecimiento han sido revisadas a la baja para los años 2022 y 2023 en prácticamente todas las regiones del mundo con que comercia AL y el Caribe.
0.5 -1.2 % Crecimiento USA
En EE. UU. se colocan en 1.6 % -1.8 % para 2022 y 0.5 -1.2 % para 2023-2024, en tanto que para China se espera 3.3 % en 2022 y 4.1 %- 4.6 % en los siguientes 2 años. Como consecuencia de la pandemia, entre un 68 % a 75 % de los países tendrán una mayor proporción deuda/PIB en 2022- 2023, que la que tenían al cierre del 2019, según datos del FMI. Además, la escalada en los precios de los commodities ha conllevado una aceleración de la inflación durante el 2022 en el 89% de los países; en el 87 % de economías la inflación para el periodo 2023-2024 será mayor que en 2018-2019.Asimismo, la Organización Mundial del Comercio (OMC) redujo drásticamente las previsiones de crecimiento del comercio mundial, previendo una ralentización desde el crecimiento de 3.5 % alcanzado en 2022 hasta apenas el 1 %, en 2023. Si bien la proyección para 2022 revisa ligeramente al alza la previsión de abril, la disminución de lo proyectado para 2023 es fuerte, pues el reporte anterior estimaba un crecimiento de 3.4 % del comercio mundial. En la medida que los países opten por el proteccionismo, las consecuencias podrían ser todavía peores. ¿Qué le deparará el 2023 a RD? En este contexto internacional, RD se perfila como uno de los países de mayor estabilidad macroeconómica de la región, y con un gran potencial para asumir los retos que se avecinan.
Para el país se estima un crecimiento real del PIB en torno al 4.5% durante 2023, algo menor que lo esperado en el presente año, pero mayor que el promedio de América Latina y el Caribe. Como esperan las autoridades del Banco Central de la República Dominicana (BCRD), la inflación para el 2022 cerraría en torno al 7 %, y seguiría convergiendo al rango meta a mediados de 2023; no obstante, las expectativas de mercado sugieren que quizás dicho proceso podría demorarse algo más.
En cualquier caso, parece que el proceso de normalización monetaria gradual con sesgo restrictivo continuaría durante el año que viene, sin variaciones significativas de la tasa de política monetaria hasta que cedan los niveles inflacionarios. Dado este escenario doméstico, el principal desafío para el gobierno consiste en la continuación del proceso de consolidación fiscal inclusivo, es decir, mantener las cuentas públicas en orden, implementando políticas que prioricen el aumento de productividad, y la mejora de la situación de los que menos recursos tienen. La estabilidad macroeconómica, la reducción de vulnerabilidades fiscales y la inversión en crecimiento inclusivo continuarían atrayendo inversores en un ambiente de paz social.