Cuando la risa se convierte en terapia

Por revistamercado | diciembre 8, 2020

Puede dar la sensación de que el uso de la risa, el humor y las emociones positivas como
agentes terapéuticos sea una invención actual, sin embargo hay numerosos testimonios de su uso con objetivos medicinales y de mejora de la salud en diversas culturas a lo largo de toda la historia de la humanidad.

El primer dato del que se tiene constancia hace referencia al antiguo imperio chino en el
que hace más de 4.000 años ya había lugares habilitados para que las personas se reunieran
a reír como medio de equilibrar su salud.

Aunque el uso de la risa y sus aledaños con fines terapéuticos ha estado presente a lo largo de toda la historia, ha sido a partir de la década de los 70 cuando ha comenzado a despertar el interés de la comunidad científica occidental y cuando han proliferado investigaciones y estudios de todo tipo en torno a esta saludable cuestión. En la actualidad son incontables los trabajos que abordan los beneficios de las emociones positivas, del humor y de la risa en los diferentes aspectos de la salud humana. ta técnica psicoterapéutica busca generar beneficios mentales y emocionales a través la risa, y suele llevarse a cabo mediante actividades en grupo que tienen el objetivo de que los participantes salgan de estas sesiones sintiéndose más positivos, optimistas y, en resumidas cuentas, más satisfechos con sus vidas. No se considera una terapia, ya que no cura por sí misma enfermedades, sin embargo sus beneficios psicológicos han sido probados en numerosas ocasiones.

En Estados Unidos hay varios centros que se están dedicando a la risoterapia. Muchos hospitales tienen en sus nóminas a payasos y animadores que llevan felicidad y alegría a los enfermos. La risoterapia ha ganado espacios también en España, donde hay grupos de payasos dedicados a visitar hospitales. En muchos países de Sudamérica también, incluso algunos laboratorios patrocinan charlas de risoterapia para sus pacientes.

La risa es una manifestación de alegría y bienestar y, en definitiva, una descarga emocional que podría definirse como una reacción psicofisiológica. Se caracteriza por las contracciones enérgicas del diafragma, y pone en movimiento alrededor de 300 músculos diferentes de todo el cuerpo: de la pared abdominal, cabeza, cuello, espalda, hombros, brazos, manos y piernas entre otros.

Todo este movimiento corporal es acompañado de una serie de procesos neurofisiológicos
asociados, como los cambios respiratorios y circulatorios.