En los últimos tiempos, ha sido sorprendente el aumento desmesurado de los casos de muerte súbita en jóvenes, repercutiendo negativamente como una problemática de salud a nivel global. Según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de un suceso que se da de forma natural y no esperada en el transcurso de una hora desde la aparición del primer síntoma.
Este tipo de deceso implica una brusca interrupción de toda la actividad cardíaca, lo que provoca la paralización instantánea de la respiración y el flujo sanguíneo, llevando a la inconsciencia y, finalmente, a la muerte en cuestión de segundos.
Cuando afecta a adolescentes o adultos jóvenes, en la mayoría de las veces se relaciona con enfermedades cardíacas previamente no diagnosticadas, como afecciones cardíacas de origen genético. La presencia de un problema cardíaco no detectado puede llevar a una muerte repentina durante la actividad física o la práctica de deportes competitivos. No obstante, es importante destacar que la muerte cardíaca súbita se puede producir en cualquier momento, sin necesidad de esfuerzo físico.
Se estima que en el mundo ocurren de 4 a 5 millones de muertes súbitas cardíacas.
“Las arritmias que pueden producir una muerte súbita se dan por un desorden eléctrico del corazón que lo llevan a latir en forma muy rápida hasta desarrollar una ‘fibrilación ventricular’, que corresponde a la incapacidad del corazón de contraerse, lo que es sinónimo de un paro cardíaco”, expresa el Dr. Rodrigo Montagna, cardiólogo de Clínica Alemana.
Factores que condicionan su ocurrencia
En aspectos generales, la muerte cardíaca súbita es provocada por un fallo en la señalización eléctrica dentro del corazón. La incidencia de ritmos cardíacos extremadamente rápidos conduce a que las cámaras inferiores del corazón, conocidas como ventrículos, se contraigan de manera caótica en lugar de bombear sangre eficazmente. Esta irregularidad en el ritmo cardíaco se denomina fibrilación ventricular.
Existen una diversidad de afecciones que pueden aumentar el riesgo de padecerla, ya que ejercen una presión adicional sobre el corazón o dañan el tejido cardíaco. A continuación, se describen algunas de las enfermedades que pueden acabar con la vida de personas jóvenes:
- Miocardiopatía hipertrófica: Es la causa más común de muerte en los jóvenes. Se refiere a una afección genética que ocasiona un engrosamiento excesivo del músculo cardíaco, lo que dificulta su capacidad para bombear sangre de manera eficiente y puede dar lugar a ritmos cardíacos acelerados.
- Trastornos del ritmo cardíaco: El síndrome de QT largo es un trastorno del ritmo cardíaco que puede generar ritmos cardíacos descontrolados. Está vinculado con desmayos y muerte súbita sin una causa evidente y justamente en jóvenes. Este puede ser congénito o adquirido por condiciones médicas subyacentes o medicamentos.
- Otras afecciones del ritmo cardíaco: El síndrome de Brugada y el síndrome de Wolff-Parkinson-White, pueden provocar muerte instantáneamente.
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- Contusión en el pecho: Un fuerte impacto en el pecho que degenera en muerte cardíaca súbita se denomina conmoción cardíaca. Por ejemplo, esto ocurre cuando los atletas sufren un golpe durante un evento deportivo. Este suceso no lacera directamente el músculo cardíaco, pero altera la señalización eléctrica del corazón, lo que termina en fibrilación ventricular.
- Defectos cardíacos congénitos: Muchas personas nacen con anomalías en la estructura del corazón y los vasos sanguíneos que conlleva a la reducción del flujo sanguíneo y aumento del riesgo de muerte cardíaca súbita.
«El mecanismo de funcionamiento del corazón es muy sofisticado, pero no es perfecto, y a veces hay pequeñas alteraciones que pueden hacer variar su ritmo, lo que provoca una arritmia», explica la Dra. Teresa Romanillos, especialista en Medicina Interna y cardióloga.
Medidas preventivas en los jóvenes
En el caso de que exista un alto riesgo de muerte súbita cardíaca, el profesional de la salud prescribiría una serie de recomendaciones para evitar la participación en deportes competitivos y extremos. Dependiendo del grado de la afección subyacente, podría sugerirse tratamientos como medicamentos o cirugía para disminuir el riesgo de morir de manera abrupta.
Si la situación lo amerita se puede implantar un dispositivo médico llamado desfibrilador cardioversor implantable en el pecho del paciente, que monitorea constantemente el ritmo cardíaco y, si se presenta una arritmia que representa un riesgo para la vida, emite una descarga eléctrica para restaurar el ritmo cardíaco.
Como lo explica la Dra. Romanillos «en algunos casos, basta un simple electrocardiograma para descubrir las afecciones, aunque en bastantes casos, el diagnóstico se hace cuando se ha producido alguna muerte súbita inexplicada en algún miembro joven de la familia y se estudia al resto».
Milagros Infante
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