Dismorfia de Snapchat, ¿qué es y cómo afecta a la sociedad?

Por pferreras | noviembre 2, 2021

No se trata de una enfermedad formal, sino de una tendencia creciente que preocupa a expertos por su efecto negativo sobre la autoestima de las personas y su potencial para desencadenar el trastorno dismórfico corporal, una enfermedad mental clasificada en el espectro obsesivo-compulsivo.

Es parte de una nueva ola en la cirugía plástica: las personas que buscan cambiar permanentemente sus rostros, inspiradas por fotos de ellas mismas retocadas o filtradas. Esas personas están buscando explorar opciones de cómo traducir esas imágenes en realidad.

Todo parece indicar que cada vez se vuelve más fina la línea entre la fantasía de los teléfonos inteligentes y la realidad, junto con los cambiantes ideales de belleza, cobrando un precio mental, y los médicos lo llaman dismorfia de Snapchat.

Este fenómeno sale a relucir gracias a un artículo de la doctora Neelham Vashi publicado en la revista de cirugía plástica JAMA. De acuerdo con el escrito, aplicaciones como Snapchat y de edición de fotos como Facetune están generando este tipo de comportamientos, ya que permiten que los selfies logren un nivel de “perfección” física antes visto solo en revistas de celebridades o belleza.

La dismorfia de Snapchat –cuyo término fue acuñado este año por el médico estético británico Tijion Esho– según JAMA, es un tipo de trastorno dismórfico corporal. También conocida como dismorfia corporal o TDC, la afección es un trastorno mental que hace que las personas estén “extremadamente preocupadas con un defecto percibido en la apariencia que a otros no se les puede ver o parece ser de poca importancia”, según la Clínica Mayo.

Comparación de una mujer sin filtro y con dos filtros
Una mujer sin filtro (izq.) y con filtros (centr. y der.). FOTO: Oysley

Las personas con TDC tienden a obsesionarse con su apariencia e imagen corporal, a menudo revisan el espejo y se arreglan todo el día. Esta tendencia surge debido a que las fotos editadas y filtradas crean una realidad alternativa y, junto con ella, expectativas poco realistas sobre cómo debería verse la gente y qué tratamientos cosméticos pueden hacerse.

Clasificado en el espectro obsesivocompulsivo, este fenómeno es sorprendentemente común, afectando a una de cada 50 personas, y sigue creciendo, ya que los millennials están influenciados por lo que ven en las redes sociales.

Según investigadores y cirujanos plásticos, los pacientes ya no están llevando a los consultorios fotos de celebridades, sino fotos de sus selfies, editadas para que parezcan versiones perfectas de sí mismos.

Aún más inquietante, los selfies que las personas llevan a las clínicas de estética, incluso cuando no están editados, pueden ser representaciones inexactas de cómo se ven realmente. Otro artículo reciente de JAMA señaló que los selfies pueden hacer que la nariz parezca un 30% más grande.

El impacto de este fenómeno se evidencia en otros estudios. Según la encuesta de la Academia Estadounidense de Cirugía Facial, Plástica y Reconstructiva de 2017, el 55% de los cirujanos plásticos faciales consultaron a pacientes que querían cirugías para ayudarlos a verse mejor en selfies, en comparación con el 13 por ciento de 2016.

Snapchat cuenta con más de 20 filtros que los usuarios pueden alternar simplemente deslizando las pantallas de sus teléfonos. Además de agregar coronas de flores u orejas de cachorro, los filtros pueden darle a la persona pecas, pestañas más largas, ojos más anchos y una piel perfecta, entre otros aumentos. Facebook, Instagram y Twitter también permiten a las personas editar sus fotos en la aplicación antes de publicarlas.

Detrás de los filtros que nos hacen más atractivos, existe la peligrosa relación entre la obsesión por el físico y las redes sociales, y su lucha con la realidad. La preocupación sigue siendo “verse mejor”. (mh)

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