¿Sabías que tener una salud emocional óptima puede ser mucho más beneficioso de lo que piensas? Una persona con buena salud emocional es consciente de sus pensamientos, sentimientos, emociones, rutinas y comportamientos. Es capaz de hacer frente al estrés y a otros problemas que forman parte de una vida habitual. Además, poseen relaciones saludables con quienes los rodean.
Las emociones afectan directamente a tu organismo. Una persona muy ansiosa puede sufrir de presión alta o úlcera estomacal.
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Las emociones son respuestas psicofisiológicas que luego se transforman en sentimientos. Por ende, funcionan como “descargas” en un corto periodo de tiempo que dan lugar a los sentimientos.
Es así que una persona con buena salud emocional es capaz de regular estas descargas o emociones cortas sin perder el control para no verse afectada.
Por ejemplo, al perder el empleo o desaprobar un curso puedes entrar en un periodo de ansiedad o depresión, o bien superarlo y comprender que es momento de un cambio para mejorar tu situación.
De hecho, según informes de la Organización Mundial de Salud (OMS), la depresión es el trastorno mental que más afecta a la población y es, además, una de las principales causas de discapacidad en el mundo. Aunque es una enfermedad tratable, seis de cada diez personas que la padecen en América Latina y el Caribe, no buscan o no reciben el tratamiento que necesitan.
Además de condicionar a la persona enferma, la depresión también afecta a su entorno familiar y comunitario. En el peor de los casos puede llevar al suicidio. Casi un millón de personas se quitan la vida cada año en el mundo. En las Américas son alrededor de 63,000.
Tener una buena salud emocional ayuda a contrarrestar los efectos de la depresión. Pero todo eso se logra teniendo el control de las emociones.
Cuando se vive una emoción negativa
La atención se centra en los pensamientos que la mantienen y si continuamente se le da vueltas a esos pensamientos, se fortalecen, aún más, los sentimientos. Sin embargo, si se piensa menos en el suceso que hizo aflorar la emoción negativa, esta disminuye.
Para la psicología cognitivo-conductual, la psicología humana se expresa en tres niveles que están en interacción constante: el pensamiento, la conducta y la emoción.
Las emociones no se pueden cambiar, pero ya que van tan ligadas al pensamiento, si cambiamos la forma de pensar, se puede regular tanto las emociones como las acciones. Este es el principio fundamental de las técnicas cognitivas como las que se presentan a continuación.
Técnicas para controlar tus emociones
Respiración profunda. La respiración profunda es una de las técnicas más sencillas y útiles para controlar las emociones. Por un lado, porque oxigena nuestros órganos y hace que el cerebro trabaje mejor, y, por otro lado, porque relaja y con ello consigue calmar al ser humano.
Hay múltiples técnicas para realizarla, una muy conocida es la de realizar las fases de la respiración haciendo un conteo, este conteo puede variarse, ya que todos tenemos ritmos de respiración diferentes y no se trata de forzar la respiración, lo ideal es encontrar el número que mejor se adapte a la nuestra.
- Inspira profundamente mientras cuentas mentalmente hasta cinco.
- Mantén la respiración mientras cuentas mentalmente hasta cuatro.
- Suelta el aire mientras cuentas mentalmente hasta 10.
- (Repite varias veces hasta que te sientas más relajado)
- Técnicas Cognitivas para regular las emociones
Afirmaciones positivas
Pensar en positivo nos hace sentirnos mejor, incluso podemos encontrar en el mercado marcas que han hecho de las afirmaciones positivas una forma de ‘branding’ y nos venden un producto apelando a la emoción.
Así que si las afirmaciones positivas se han vuelto tan populares ha de ser porque deben funcionar. Para poder llenar nuestra mente con afirmaciones positivas hemos de vaciarla de pensamientos negativos, para ello, primero deberemos detectar cuáles son los pensamientos que generan, mantienen o incrementan nuestras emociones negativas y nos hacen sentir tristes, enfadados, ansiosos, asustados, etc.
Una vez identificados, los hemos de sustituir por otros más positivos, para ello, aunque se puede hacer de forma mental, yo recomiendo la anotación de cada pensamiento negativo y del pensamiento que lo substituye. Una vez hecho esto solo hay que ponerlo en práctica y cada vez que aparezca el pensamiento negativo cambiarlo por uno positivo de manera automática.
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