Los periodos de incertidumbre exigen más claridad. La invasión rusa de Ucrania ha trastornado el orden mundial vigente desde el final de la Guerra Fría, con ramificaciones que se superponen a los profundos efectos de la pandemia y un impacto que repercutirá en las próximas décadas en formas imprevisibles.
Así lo ha manifestado el presidente y CEO de BlackRock, Larry Fink, en su carta anual a los accionistas. BlackRock, recordemos, es la mayor gestora de fondos de inversión del mundo, que cerró 2021 con un volumen de activos bajo gestión de US$10 billones (millones de millones).
Fink constata que la invasión ha catalizado a naciones y gobiernos a unirse para romper los lazos financieros y comerciales con Rusia y que los mercados de capitales, las instituciones financieras y las empresas han ido aún más allá de las sanciones impuestas por los gobiernos.
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En un entorno en el que tanto las empresas como los gobiernos se replantean su dependencia de otras jurisdicciones, se pueden dar movimientos telúricos que provoquen que los agentes económicos implementen más operaciones en sus territorios o cerca de sus costas, lo que resulta en una retirada rápida de algunos mercados.
Igualmente, la guerra hará que los países reconsideren su dependencia del dinero tradicional y los sistemas de pago en favor de las monedas digitales. Entonces ¿Dónde invertir?, ¿Cómo vehicular la inversión?
Sintomáticamente, BlackRock ya está estudiando cómo se pueden usar estas y las monedas estables para ayudar a sus clientes.
En este contexto, con el COVID-19 aún dando poderosos coletazos y la actual volatilidad del mercado, se están modificando drásticamente las demandas de los gestores de patrimonio y asesores financieros.
Algo a lo que BlackRock progresivamente ha intentado dar respuesta con la puesta punto de la que se pretende sea el arma secreta, la carta en la manga, de los wealth managers: ALADDIN, la plataforma tecnológica a la que BlackRock ha dedicado numerosos recursos en los últimos años.
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Para hacerse una idea de su potencia, más de mil desarrolladores se han dedicado a alimentarlo con datos y actualizarlo constantemente para ofrecer un mejor servicio a trabajadores y clientes de la firma.
Asimismo, hay más de 600 profesionales cuyo trabajo consiste en la creación y control de la calidad de esas fuentes de datos y análisis para los clientes.
Se trata de un sistema operativo al que tienen acceso diario alrededor de unos 25.000 profesionales de inversión de la firma en todo el mundo. Basado en técnicas de big data, la intención de ALADDIN es “conectar la información, gente y tecnología necesaria para gestionar dinero a tiempo real”.
Mediante la combinación de analíticas de riesgo y una exposición compresiva de la composición de las distintas carteras, la firma busca así lograr una ventaja competitiva para “poder generar más alfa que otras gestoras”.
Según Stephen Crocombe, responsable de negocio de estrategias multiactivas en BlackRock, “Aladdin es el poder de agregar datos de una forma que sea útil para quienes toman decisiones.
La manera en que se presentan los datos permite realmente entender los riesgos que se están tomando y cómo proceder con ellos. Esto es lo que nos permite ser dinámicos y flexibles”.
Aladdin es capaz de monitorizar diariamente más de 2.000 factores de riesgo, y puede someter a prueba de estrés – con mil escenarios distintos- a alrededor de 5.000 carteras, con 180 millones de cálculos ajustados a opciones cada semana.
Para el analista “el problema de ser gestor de multiactivos es que tienes que conocer todos los activos subyacentes, pero al mismo tiempo tienes que realizar grandes evaluaciones sobre la macro; las divisas, la inflación y el crecimiento son muy difíciles de predecir y cualquier fuente de información que puedas tener es muy valiosa”.
Parece que los puntos de vista proporcionados por las técnicas big data ganarán peso en nuestras decisiones de inversión de aquí en adelante, y no solo.
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