«If you believe they put a man on the moon”, uno de los grandes temas de la ya legendaria banda de rock estadounidense REM que podríamos traducir como «te creíste que plantaron un hombre en la Luna», podría reescribirse, a la vera de lo que plantea la empresa Lunar Embassy, como «If you believe they can sell you a slice of the moon» o «te creíste que podían venderte una tajada de la Luna». El negocio de la venta de terrenos ha llegado al único satélite natural de nuestro planeta.
A diferencia del Lejano Oeste, la Luna no esta «up for grabs» o sujeta a rapiña. El Tratado del Espacio Exterior de 1967 (firmado por 100 países) no deja espacio a la interpretación: “Ninguna nación puede, bajo ningún concepto, reclamar la propiedad de una estrella o de un cuerpo celeste. En base a esto, la Luna no pertenece a nadie”.
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Esa es la teoría. El asunto es que siempre hay alguien dispuesto a ver una oportunidad de negocio allí donde, justamente, se pretende inhibir el espíritu de la propiedad privada. Y es que, quizás, a las grandes mentes del derecho internacional, o interestelar más bien, se les pasó por alto citar que «tampoco las personas naturales o jurídicas podrán hacerse con un trozo del satélite de la Tierra (además de los mencionados países)».
Así, hay una empresa que, incluso mediante contrato, promete todo lo contrario: nada menos que una parcela propia en la Luna. No en vano su frase de bienvenida en la web empresarial es «Lunar Embassy, Selling Extraterrestrial Real Estate since 1980». Es decir llevan ya un tiempo en el mercado y parece que les va francamente bien.
El hombre detrás es Dennis Hope, quien reclamó la propiedad del satélite gracias a que el actualizado «Tratado de la Luna», firmado en 1979 y en vigor desde 1984 ,solo fue ratificado por 18 países. El mismo Donald Trump dio alas al promotor lunar al firmar en 2020 una orden ejecutiva llamada «Fomentar el apoyo internacional para la recuperación y el uso de los recursos espaciales».
La orden enfatiza que Estados Unidos «no ve el espacio exterior como propiedad común» y llama al Tratado de la Luna «un fallido intento de restringir la libre empresa». Música para los oídos de Mr. Hope.
El uso de la tierra lunar es un tema candente por la nueva carrera a la Luna protagonizada por las grandes potencias, sobre todo por los derechos minerales en ciernes. Lunar Embassy lo sabe y cuando alguien compra su «acre lunar» (unos 4,000 m2), ya viene con «derechos minerales».
La superficie lunar está cubierta de helio 3, una posible fuente de energía de combustión limpia con un valor proyectado de $40,000 la onza. Buen reclamo.
Dependiendo del gusto del comprador y de su bolsillo, Lunar Embassy pone a disposición del mercado distintas opciones. Así, el acre «sencillo», por llamarlo de algún modo, puede ir desde los US$29.99 hasta los US$504.80, dependiendo de la zona.
Existe después el acre «Moon Rabbit» (US$34.99 – US$604.80), situado precisamente en esa especie de meseta lunar con forma de conejo. Esta opción es particularmente apreciada por el comprador asiático ya que el Conejo de Jade, del folclore chino, a menudo es retratado como el compañero de la diosa de la Luna Chang’e.
Otra locación disponible la representa el «Mar de Tranquilidad» (¡¡NUEVO!!, según reza el catálogo), que va de US$39.99 a US$904.80 y está situada en el Mare Tranquillitatis, un lago seco de 867 km. de plácida extensión.
Y ya, más upscale, tenemos las «APOLLO 11 y APOLLO 15 Moon Landing Slots» (1000 y 200 unidades disponibles, respectivamente), ambas por un rango de entre US$49.99 y $904.80, según la proximidad al punto exacto de aterrizaje de ambas icónicas misiones.
Sólo faltan la disponibilidad de las parcelas APOLLO XIII, ¡aunque nunca aterrizaran!
Reportaje publicado en la edición de marzo de revista Mercado
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