Cómo los nanosatélites reinventan el mundo desde el espacio

Por pferreras | junio 2, 2021

Cientos de empresas u organizaciones espaciales envían al espacio satélites con el fin de obtener imágenes, conexión a internet, datos meteorológicos, entre otros.  El primer satélite en orbitar fue Sputnik 1, lanzado por la Unión Soviética en 1957; desde ese entonces, la tecnología ha avanzado a gran escala, permitiendo la creación de nanosatélites.

Seis décadas después, la popularización de los nanosatélites abre la puerta a la democratización del espacio y a una industria de expectativas alentadoras, más allá de los países y las grandes multinacionales.

En sus inicios, los aparatos pesaban hasta más de 175 libras, pero ahora son capaces de pesar 2 libras. La reducción drástica de tamaño, coste y plazos de fabricación ha hecho que la industria de los satélites evolucione desde hace tiempo hacia lo que se conoce como «democratización del espacio«, pues permite acceder a nuevos actores, indica Guillermo Lamelas, consejero delegado de la firma española de nanosatélites Alén Space, a Efe.

Con la materialización del concepto CubeSat -nanosatélites de dimensiones estandarizadas que pueden ensamblarse entre sí formando otros más complejos- se demostró que el espacio no es solamente alcanzable por grandes corporaciones.

«Ahora es una realidad, un lugar más en el que se pueden hacer negocios o desarrollar proyectos», explica Eva Vega, jefa de departamento de programas espaciales del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).

Alén Space está especializada en CubeSats y, según su responsable, una empresa puede contar con un nanosatélite por menos de 500.000 euros y en menos de un año, mientras que uno convencional, que puede pesar más de 500 kilos, cuesta de 100 a 300 millones, con unos plazos de desarrollo entre cinco y quince años.

Una nueva filosofía que ha «supuesto una revolución» y ahora basta, según Lamelas, «con tener la motivación necesaria para trasladar proyectos al espacio».

Los nanosatélites tienen múltiples aplicaciones y, aunque sus prestaciones no son idénticas que las de aparatos más grandes, sí son suficientes para muchas aplicaciones industriales.

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Fuente: EFE