COMO EN TODO PROCESO DE FABRICAR BIENES DE CONSUMO, LA culminación llega cuando el producto es exhibido para su posterior comercialización. La industria automotriz no es la excepción, sobre todo porque la decisión final que lleva a comprar un vehículo no solo responde a un componente racional, también intervienen en ella los estímulos sensoriales que aportan una atractiva puesta en escena. Y ese es, precisamente, el objetivo de ferias automotrices como New York International Auto Show, el salón más antiguo y más grande en su sector en todo Estados Unidos.
La primera edición de este evento data de 1900, cuando la industria se encontraba ya rumbo a su indetenible desarrollo, y fabricantes y distribuidores no tardaron en darse cuenta de los beneficios que significaba para el sector organizar, periódicamente, una feria que mostrara al público los últimos modelos disponibles.
En New York International Auto Show se muestran, cada año, más de mil vehículos reunidos por categorías, desde los más eficientes hasta los más asombrosos y lujosos. Su celebración lleva más de un siglo, casi ininterrumpidamente, y en sus primeras ediciones se celebraba en el Madison Square Garden. Con los años, otros escenarios fueron el New York Coliseum y el 69 y 71 Regiment Armory, siempre aumentando, cada año, el número tanto de participantes como de visitantes.
Algunas de las marcas que acostumbran presentar sus últimos modelos son Alfa Romeo, Audi, Bentley, BMW, Bugatti, Cadillac, Chrysler, Jaguar, Lexus, Maserati y Porsche. Y como suele pasar en todos los sectores productivos que organizan ferias nacionales e internacionales, este tipo de exhibición se convierte, para muchos, en una cita inpostergable que ofrece la oportunidad de brindar una visión profunda y actualizada de la industria automotriz, y para informarse sobre las nuevas tendencias en la fabricación de automóviles a nivel mundial.
