Cuando una enfermedad comienza a propagarse, lo hace rápidamente a través de los viajeros que van de un lugar a otro llevando el virus. Por esta razón los aeropuertos de varias partes del mundo ya tomaron medidas y han aplicado tecnologías, a través de sensores de infrarrojos que detectan la temperatura corporal de los viajeros.
Del mismo modo, se ha establecido en forma permanente el control del estado salud de pasajeros aéreos, para evitar, en la medida de lo posible, la propagación de virus a nivel mundial, como lo fue en el caso de la propagación del nuevo coronavirus.
Los estudios llevados a cabo en salas de emergencia, demostró que los sensores detectan el 90% de los casos de fiebre, en distancias que van entre uno y dos metros; frente al 75% de acierto con el que responden las personas al ser consultadas sobre si sienten algún síntoma febril.
Los sistemas serán colocados en las puertas de acceso de los aeropuertos sin que representen un retraso adicional a las operaciones de control y embarque.
Precisamente la distancia a la que pueden detectar alteraciones en la temperatura corporal sería su principal ventaja, pues durante la expansión del virus H1N1 o la llamada gripe aviar en 2005, algunos aeropuertos utilizaron cámaras de infrarrojos para la detección de temperatura corporal en el control de los viajeros, pero éstas eran efectivas a corta distancia y tenían limitaciones a la hora de grabar las imágenes por lo que significaban retrasos en los controles.
Asimismo, otras medidas que refuerzan la seguridad en los aeropuertos son las cámaras termográficas, las cuáles son capaces de tomar más de veinticinco imágenes por segundo mediante píxeles con información de la temperatura; de tal forma que cuando se supera la temperatura mínima programada para establecer la señal de riesgo, una alarma alerta de la situación.
Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.
