En algunos casos, la vida de un escritor famoso nada tiene que ver con recluirse para reflexionar sobre la vida y encontrar la inspiración. En el caso preciso de Ernest Hemingway, su vida fue tan peligrosa, audaz y llena de vivencias como la mejor ficción jamás escrita por una mente creativa.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Hemingway se ofreció a servir como conductor de ambulancia en Italia para la Cruz Roja Americana, con tan solo 18 años.
Como corresponsal de la Guerra Civil Española en 1937, para la American Newspaper Alliance, Hemingway se involucró de manera directa con la causa antifascista apoyada por los rebeldes contra Francisco Franco.
Ambas experiencias, sin dudas, le dieron al escritor una visión directa y enriquecedora de las guerras. El autor fue también un apasionado de los toros, presenció numerosas corridas en España y entabló amistad con muchos toreros de la época. «Las corridas de toros son el único arte en el que el artista está en peligro de morir y en el que el grado de brillantez en la actuación se deja para el honor del luchador», dijo una vez.
Su amor por Blancanieves, una gata polidáctila que vivió en su casa de Key West, permitió que todavía hoy sus descendientes deambulen por los jardines de la Casa Museo Hemingway. Hay docenas de ellos, muchos polidáctilos, condición por lo que se les llama gatos Hemingway.
Este artículo fue publicado en la revista Colección, edición 2019.
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