La vigencia de Umberto Eco

Por Karime Rivas | febrero 21, 2021

Cinco son los años de la desaparición física de este importante pensador, semiólogo, escritor y ensayista, conocido primero en los círculos académicos, por Apocalípticos e integrados, ensayo publicado en 1965. La fama de Umberto Eco se disparó cuando publicó la novela “El nombre de la Rosa”, vendiendo más de 50 millones de libros en el mundo. La novela tiene dos tipos de lectura: la primera más simple llevada por la historia medieval y el misterio. La otra, donde la semiótica le daba un significado más profundo. 

Quizás te pueda interesar: La historia que formó a «la leyenda king»

En sus últimas conferencias y artículos reflexionó sobre temas tan actuales como los riesgos del internet y las posiciones totalitarias radicales de derecha o izquierda. Escribió un libro sobre el fascismo, desentrañando las 14 claves para reconocerlo.

Un hombre nacido entre dos guerras mundiales

Eco nació en Italia, el 5 de enero de 1932, a los pocos años estalló la Segunda Guerra Mundial. Su padre sirvió para las fuerzas armadas de Mussolini, quedando al cuidado de su madre. Recibió en sus primeros años una educación salesiana, considerándose en la edad adulta ateo. 

Años después, se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de Turín; se especializó en Filosofía Medieval y en la figura de Santo Tomás de Aquino y Comenzó una vida profesional como editor cultural de la RAI, la televisión italiana, y como profesor de las universidades de Turín y Florencia. De esta manera, sus pensamientos e investigaciones académicas, se conjugaron con sus aportes a los medios de comunicación de masas.  

Un pensador, escritor y ensayista prolífico

La trascendencia de la obra de Umberto Eco, se materializó en la producción de siete novelas extraordinarias, casi 60 ensayos y crónicas. Sus escritos se caracterizan por tener una agudeza intelectual que nos lleva a la reflexión y una búsqueda de las formas lingüísticas, que rompieron los esquemas tradicionales.

Su más famosa novela histórica de misterio fue “El nombre de la Rosa”, ambientada en el medioevo y publicada en 1980. Posteriormente llevada al cine, con el mismo nombre dirigida por el francés Jean- Jacques Annaud en 1986, y protagonizada por Sean Connery.

Otras novelas publicadas fueron “El péndulo de Foucault” (1988); “La isla del día de antes” (1994); Baudolino (2000); entre otras. Su libro póstumo, una recopilación de sus artículos de prensa, que fue editado bajo el nombre de “De la estupidez a la locura” (2016).

Umberto Eco y la vigencia de su pensamiento

La actividad intelectual de Umberto Eco abarcó varias décadas, siendo muy amplia y abundante. Se considera el primer especialista de la comunicación de masas; sus obras e investigaciones abarcaron temas desde la teoría literaria, pragmática y especialmente la semiótica. Sin duda alguna, se ganó una merecida fama como intelectual, escritor y profesor. Fue invitado por las más prestigiosas universidades del mundo: Yale, Columbia, Cambridge y Oxford, entre otras y numerosas distinciones como Doctor Honoris causa les fueron otorgadas.

Eco pudo vislumbrar los problemas que depararía la hiper-conectividad de Internet y las fuerzas imparables de las empresas tecnológicas y las redes sociales.  

En una entrevista en el diario español El País afirmó lo siguiente: “Internet puede haber tomado el puesto del periodismo malo… Si sabes que estás leyendo un periódico como EL PAÍS, La Repubblica, Il Corriere della Sera…, puedes pensar que existe un cierto control de la noticia y te fías. En cambio, si lees un periódico como aquellos ingleses de la tarde, sensacionalistas, no te fías. Con Internet ocurre, al contrario: te fías de todo porque no sabes diferenciar la fuente acreditada de la disparatada. Piense tan solo en el éxito que tiene en Internet cualquier página web que hable de complots o que se inventen historias absurdas: tienen un increíble seguimiento, de navegadores y de personas importantes que se las toman en serio”.

Para Umberto Eco los intelectuales tenían el deber de “denunciar los vicios de la sociedad; si se desata un incendio en un teatro no puede sentarse en una silla a recitar poesía: tiene que llamar a los bomberos, como haría cualquier otro ciudadano”.

Seguiremos.

Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.