Este invierno Bloomberg ha revelado en un estudio que las CEO este 2022 se han convertido en un manojo de nervios. Cerca del 72% de los directores generales están preocupados por la posibilidad de perder sus puestos de trabajo en el 2022 a causa de las interrupciones del negocio, lo que coincide con el 94% de los jefes que dicen que sus modelos corporativos deben ser revisados dentro de tres años.
«Es un porcentaje muy elevado», afirma Simon Freakly, director general de la consultora de gestión AlixPartners, fuente de la encuesta en una entrevista para Bloomberg. Sin embargo, el panorama para las mujeres puede ser mucho peor.
A pesar de que este año vimos a Kamala Harris hacer historia al convertirse en la primera mujer vicepresidenta de Estados Unidos, las últimas décadas ha persistido la desigualdad de género en los cargos de mayor responsabilidad, ya sea en la administración pública o en el ámbito empresarial. Así lo constató el informe ‘Haciendo visible lo invisible’, de la consultora Oliver Wyman, que arroja que en el mundo de la empresa solo una de cada cuatro directivos es mujer y que las mujeres dirigen menos del 6% de las 3,000 compañías más grandes de Estados Unidos.
Esta brecha de género puede ser un factor de riesgo si además del bajo porcentaje de participación, sumamos el riesgo que corren las CEO este 2022 de perder su empleo. De acuerdo al estudio realizado por Bloomberg, los grandes jefes están preocupados por la pérdida de sus puestos de trabajo, especialmente en las empresas públicas, una cifra que aumentó al 52% durante el 2020 gracias a la llegada de la pandemia.
La cadena de suministro, el mercado laboral y la digitalización encabezaron las listas de preocupaciones de las ejecutivas. Sin embargo, existen cuatro barreras sistémicas que, de por sí, dificultan a las mujeres alcanzar la cima empresarial:
En primer lugar los hombres y mujeres tienen puntos de vista muy diferentes sobre los puntos que definen un buen liderazgo. Así, mientras los hombres señalan como valores claves ser directos, la decisión y la confianza, en este mismo orden, las mujeres se inclinan por el empoderamiento de sus equipos, la confianza y la colaboración.
Un desajuste que supone un obstáculo que se une a los sesgos inconscientes existentes en la sociedad, como el que hace que esté mal visto demasiada confianza o decisión por parte de las mujeres.
La segunda barrera importante es que las mujeres se centran en desarrollar aquellas habilidades orientadas a la obtención de resultados como un factor crucial para el éxito de su liderazgo. Por su parte, los hombres se enfocan meas en cultivar relaciones y tejer una red profesional de contactos, lo que aumenta las probabilidades de promoción a puestos directivos, que suele estar motivada por la afinidad y la confianza.
En tercer lugar, el estudio presenta como barrera que las mujeres al momento de optar por un nuevo puesto de la empresa y ascender profesionalmente, las mujeres cualificadas suelen quedarse al margen. Entre los motivos se encuentra que subestiman su propia preparación y sucumben al prejuicio de cuestionarse si pueden asumir nuevas responsabilidades de trabajo. Aunque esto no necesariamente tiene sus raíces en el síndrome de la impostora, es una práctica que coloca a las mujeres fuera del top of mind de los órganos de decisión corporativos.
Por último, este estudio comprueba que las mujeres son mucho más propensas a que se hable de ellas en las reuniones, a recibir comentarios poco constructivos y a que se las vea negativamente por exhibir la misma confianza que se valora en los líderes masculinos. Estos sesgos provocan que las mujeres empleen demasiada energía en tratar de encajar en un molde que les es natural. (KR) las CEO este 2022
