Así es la ‘economía del Donut’: la exitosa teoría creada por una mujer

Por Karime Rivas | septiembre 16, 2021

Ciudades del primer mundo comienzan a implementar esta idea de la economista inglesa Kate Raworth. Ámsterdam, Bruselas o Copenhague ya están aplicando esto, llamado la economía del Donut, para alcanzar una economía completamente circular para el 2030, con un impacto directo (y lleno de oportunidades) en los emprendedores.

Su objetivo: ‘Una buena vida para todos dentro de los límites actuales de la Tierra»

La alcaldesa Marieke van Doormick, fue de las primeras en aprobar este sistema y ponerlo a circular desde abril de 2020. Su objetivo: ‘Una buena vida para todos dentro de los límites actuales de la Tierra«. Kate Raworth, su creadora, que trabaja en la Universidad de Oxford, parte de una teoría que propone que todos los gobiernos tengan en común: las necesidades esenciales de todas las personas deben estar cubiertas, a la vez que, respetamos los límites del planeta.

A partir de esta premisa, desarrolla su teoría de la economía del Donut, que planteó en un ensayo en 2018: «Economía Donut. 7 maneras de pensar la economía del siglo XXI». Si eres emprendedora o freelance de seguro te será útil tener en cuenta este nuevo modelo social.

Este programa cuenta con iniciativas muy concretas y de desarrollo local, como reutilizar materiales de construcción gracias a un pasaporte de materiales, alargar la vida de los dispositivos electrónicos, desperdiciar menos comida e impulsar plataformas para compartir que permitan comprar menos cosas nuevas, reparar más y recurrir a la segunda mano siempre que sea posible. Barcelona comienza ahora su transición hacia este modelo, en colaboración con Doughnut Economics Action Lab, un laboratorio fundado por la economista española Carlota Sanz, dedicado a proporcionar herramientas a quien quiera poner en práctica este modelo de economía, ya sea un barrio, una aldea o una ciudad.

¿Y porqué hablamos de economía Donut? 

En el anillo interior el mínimo vital humano

Los ayuntamientos están centrados en desarrollar estilos de vida que se sitúen entre los límites que dibuja la economía del Donut: en el anillo interior, el mínimo vital humano que requiere agua potable, comida, salud, educación, renta y trabajo, justicia y paz, participación política, equidad social, igualdad de género, energía, vivienda, redes y conectividad.

En el anillo exterior ellos ubican los límites del planeta: : cambio climático, acidificación de los océanos, contaminación química, reducción de la capa de ozono, pérdida de la biodiversidad, extracción de agua dulce…

En el anillo exterior ellos ubican los límites del planeta

Entre esos dos anillos se sitúa el espacio donde van a prosperar los proyectos de emprendimiento con mirada de futuro. Y ahí es donde te interesa explorar oportunidades para poner en marcha un negocio que sea respetuoso con los otros espacios o que (aún mejor) contribuya a potenciar una economía más sostenible. «En el agujero del donut no debería haber nadie», explica Enric Tello, catedrático de Economía de la Universitat de Barcelona.

Es justo en el medio de los dos círculos es donde se puede prosperar, un lugar ecológicamente seguro y socialmente justo, tal y como sostiene el Doughnut Economics Action Lab. La cuestión es reducir las desigualdades y garantizar la sostenibilidad medioambiental. Que todos estemos situados en la parte sabrosa del Donut.

Infografía de BBVA

Una nueva forma de pensar

Para que esto pueda cumplirse, Raworth propone otra forma de pensar. En concreto, varias líneas de actuación que pueden ayudar, en tiempos de pandemia, a desarrollar una economía que regenere el planeta y distribuya mejor la riqueza. Otra forma de capitalismo. En el fondo, la lógica se centra en un crecimiento sostenible, inclusivo y con un impacto social. Cualquier organización debe fijarse no solo en el beneficio financiero, el que afecta a la empresa y sus accionistas, sino también en el valor social y medioambiental que generan.

La lógica se centra en un crecimiento sostenible, inclusivo y con un impacto social.

También es importante fomentar el ecodiseño, concepto que se basa en la creación de productos realizados con materiales duraderos, fácilmente reciclables que permiten reducir el impacto medioambiente y alargar su vida útil. La pregunta de fondo que deben hacerse las empresas es, ¿Cómo puedo producir más consumiendo menos recursos?

El modelo de Ámsterdam 

El municipio de Ámsterdam es la primera institución pública que se apunta al modelo de la economía del Donut. Sus responsables han aprobado una estrategia para lograr una economía completamente circular en 2030. “Una buena vida para todos dentro de los límites naturales de la Tierra”, es el objetivo del consistorio holandés. ¿Cómo? Con un enfoque inteligente que reutilice materias primas y otros componentes y productos una y otra vez.

Estas son las principales medidas para relanzar la economía de Ámsterdam en la ‘nueva normalidad’:

  • Compartir, reparar y reutilizar. Los vecinos de la capital de Países Bajos utilizarán los productos que contienen materias primas valiosas durante más tiempo, los compartirán y repararán cada vez más. Empezarán con los dispositivos electrónicos (teléfonos móviles, tabletas, etc.). Según el ‘Índice 2020 de desechos electrónicos de teléfonos móviles’, elaborado por la compañía de productos de segunda mano reBuy, más de 13 millones de móviles usados están olvidados en cajones de Países Bajos. La idea es alargar la vida útil y reutilizar esos aparatos. En España hay más de 45 millones de teléfonos arrinconados.
  • Reutilizar materiales de construcción. La reutilización de materiales y la compra de componentes sostenibles y de base biológica también afectará a las empresas de construcción. Entre los materiales más eficientes destacan la madera, la fibra de celulosa de papel reciclado, los paneles aislantes de fibras de madera, los tableros OSB (una evolución del panel de contrachapado), el barro cocido, el corcho o los termoplásticos alternativos al PVC, entre otros. El ayuntamiento va a establecer requisitos más estrictos en las licitaciones. Los edificios recibirán un ‘pasaporte de materiales’ si las empresas de demolición determinan que existen componentes que siguen siendo valiosos y las constructoras usan materiales reutilizables. El objetivo final: contar con más edificios sostenibles.
  • Desperdiciar menos comida. Los alimentos que acaban en la basura no disminuyen. Solo en Ámsterdam, cada residente desperdicia al año 41 kilos de comida. La intención es que los excedentes de alimentos procesados vayan a los residentes más vulnerables. El objetivo es reducir a la mitad para 2030 la comida desperdiciada. Tradicionalmente, Holanda ha puesto en marcha iniciativas de aprovechamiento de estos alimentos no consumidos. La empresa emergente Porverdorie!, por ejemplo, utiliza verduras y frutas ‘feas’ para comercializar envases de mermeladas y cremas.
  • Crear plataformas para compartir. Una encuesta de la oficina de investigación municipal OIS evidenció recientemente que el 75 % de los habitantes de Ámsterdam tiene la intención de comprar menos cosas para mejorar el medioambiente. Existe un acuerdo para que empresas, asociaciones vecinales e instituciones académicas aporten su conocimiento en la construcción de una estructura eficaz de plataformas para compartir, tiendas de segunda mano, mercados en línea y servicios de reparación. En los próximos años, los residentes deberán adquirir tantos productos usados como sea posible.

Las previsiones del consejo holandés son muy buenas. En la próxima década se habrá reducido el uso de nuevas materias primas en un 20%. Ya hay más de 200 proyectos en marcha, entre ellos algunos muy curiosos como la reutilización de la pintura de látex que se desecha en las obras. Este pigmento acrílico se recogerá y procesará de nuevo para su reventa, tal y como asegura el municipio holandés en su estrategia circular. (NF)