Reserva cognitiva, la protectora del cerebro

Por Karime Rivas | septiembre 23, 2022

Todo ser humano tiene una reserva cognitiva desarrollada durante su trayectoria, que ayuda y contribuye a la calidad de vida, permitiéndole una autonomía funcional para desenvolverse a diario con calidad, bienestar y ocio. En el envejecimiento, se potencializa o se decae esta reserva cognitiva según la apropiación de este recurso.

Cómo afronta cada individuo los reveses de la vida depende, en gran medida, de su reserva cognitiva. Este concepto trata de explicar las diferencias individuales a la hora de afrontar un evento inesperado o una contrariedad en la vida adulta.

Fotografía: BBC

De ella depende la capacidad para improvisar, resolver problemas y encontrar alternativas. Y lejos de ser innata e inamovible, se trata de una habilidad dinámica y flexible, que se define a lo largo del tiempo, describe el portal The Conversation.

La reserva cognitiva se va configurando a lo largo de los años a través de la educación, los hobbies, la vida social e incluso las circunstancias socioeconómicas. El uso de nuevas tecnologías, las actividades musicales, el bilingüismo y la lectura son factores especialmente relevantes para su desarrollo.

Si bien es cierto que se trata de un proceso que abarca toda la existencia de un individuo, existen dos momentos especialmente importantes para su desarrollo: los primeros años de vida y el comienzo de la edad adulta (30-40 años). Es más, las conductas de los primeros años de vida resultan determinantes para el posterior desarrollo del cerebro y el afrontamiento de situaciones anómalas o patológicas.

Resiliencia cerebral

Partamos de la hipótesis de que, a mayor reserva, haremos un uso más eficiente de los recursos cerebrales. Sobre todo porque aumenta la conectividad sináptica y el equilibrio entre las redes cerebrales, a la vez que reduce el consumo de energía por parte del cerebro, lo que implica que un cerebro con una alta reserva dispone de mayores recursos, pero es más ahorrativo.

Esto le permitiría afrontar tareas de mayor demanda y, como hemos demostrado recientemente, enfrentar mejor el estrés. El estrés es el pan nuestro de cada día, y su capacidad de deterioro de la salud física y psicológica es considerable.

Algunos consejos para desarrollarla

1. Entrena al cerebro con pensamientos. Realizar ejercicios de visualización de práctica con el piano, es decir, imaginarse que uno toca, pero sin tocar, es suficiente para inducir los mismos cambios que se producen en el cerebro cuando se realiza la práctica real de tocar el piano.

2. Aprende a aumentar la reserva cognitiva. Si variamos las rutinas diarias se usan nuevos circuitos neuronales. Si nuestro trabajo ya se centra en la actividad mental, es mejor recurrir a aciones que requieran mover el cuerpo, y a la inversa. También resulta sencillo cambiar la organización de los quehaceres del día a día, como la ruta que hacemos para ir a trabajar, e incluso reorganizar de vez en cuando nuestra casa.

3. Evitar el estrés protege el cerebro. La mejor arma contra el estrés es elegir un pensamiento frente a otro. Mantener una actitud positiva, incluso ante la adversidad, revierte los efectos negativos del estrés y promueve la salud cerebral.

Publicado en MediHealth 2022 Mayo – Junio.