Un recorrido conceptual: ¿Por qué la equidad de género sigue sin funcionar?

Por Karime Rivas | noviembre 11, 2021

Esto que tanto hemos documentado sobre la conciliación entre la vida familiar y laboral, es un tema que en la ONU lleva años considerándose y los países en vías de desarrollo se les dificulta asimilar. Las políticas de conciliación se empiezan a desarrollar en Europa cuando las mujeres ingresan al mercado laboral con vocación de permanecer en él haciendo más evidente los conflictos entre trabajo y familia agrandando la brecha para alcanzar una verdadera equidad de género.

‘Conciliación’ se refiere justamente a la necesidad de reconciliar dos áreas en disputa. La eterna batalla femenina entre trabajo y familia.

Este término de ‘conciliación’ se refiere justamente a la necesidad de reconciliar dos áreas en disputa. Pero la primera experiencia, tratando de imponer medidas, fue valorada como negativa porque tendieron a reproducir los roles de género ya que buscaron resolver las necesidades de conciliación solo para las mujeres, mientras que los hombres mantenían su forma de inserción contemplando el modelo imperante del trabajador ideal, ‘aquel sin responsabilidades familiares’.

En todo caso, la implementación de las iniciativas siempre ha sido el gran obstáculo a vencer en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, más específicamente el número 5 que se refiere a la Equidad de Género.

Es por esto, que el término fue mutando y se pasó a hablar de políticas de ‘concialiación con corresponsabilidad social’. Así se tituló el informes OIT-PNUD (2009) que fundamentaba la necesidad de transformar las relaciones de género, por medio de políticas que promuevan la corresponsabilidad en los cuidados entre varones y mujeres. Por lo tanto, no solo era importante que el Estado o las empresas contribuyeran a reducir el trabajo de cuidados no remunerado de los hogares y facilitaran la conciliación entre el mundo laboral y las responsabilidades familiares, sino que ello se efectúe transformando los roles de género. De otra forma, las desigualdades sociales y las desventajas para las mujeres se mantendrían.

¿Cómo afecta la falta de medidas de corresponsabilidad y los roles de género?

En la medida en que las mujeres no cumplan con el modelo de ‘trabajador ideal’, su trabajo seguirá estando desvalorizado por el mercado y seguirán sufriendo discriminaciones y segregación laboral.

A la vez, si los hogares de menores ingresos no pueden acceder a servicios de cuidado infantil gratuitos y de calidad que cubran la jornada laboral, se mantiene la división sexual del trabajo. Por el contrario, los hogares donde ambos cónyuges tienen nivel educativo más alto, reciben ingresos que le permiten solventar los costos de contratar servicios en el mercado. De esta forma, la desigualdad entre ambos estratos de población se profundiza.

El marco de las tres R de Elson en la lucha por la equidad de género

El marco de las Tres R propuesto por Elson (2008 y 2017) busca analizar las políticas de cuidados en función de los cambios que se propone alcanzar en relación con: el reconocimiento, del trabajo de cuidados no remunerados; la reducción, de dicho trabajo a través del desarrollo de servicios o prestaciones para el cuidado (licencias y medidas de corresponsabilidad en las empresas); la redistribución, del trabajo de cuidados no remunerados entre varones y mujeres.

El marco de las Tres R propuesto por Elson busca analizar las políticas de cuidados en función del reconocimiento, reducción y redistribución

En ese marco, la corresponsabilidad social refiere básicamente a la R de reducir el trabajo no remunerado de cuidados en los hogares mediante la provisión de servicios y prestaciones. Hablamos de una corresponsabilidad que idealmente se da entre las familias, el mercado, el Estado y la comunidad. También los sindicatos, cuando brindan servicios cuyo costo se socializa entre los miembros del sindicato, están siendo corresponsables con las familias.

Este término está íntimamente ligado a la corresponsabilidad de género que es más bien la distribución del trabajo no remunerado entre hombres y mujeres que debe darse al interior de las familias y hogares. Según el enfoque de las Tres R, esto refiere a la R de redistribuir. Esta redistribución las empresas la pueden promover por medio de licencias, la flexibilización de la jornada laboral (diaria o mensual) y la flexibilidad en el lugar de trabajo (teletrabajo o trabajo a distancia).

Abordar este tipo de situaciones a nivel de gestión empresarial es posible, si tenemos en cuenta la estructuración de tres elementos: tiempo, dinero y servicios de cuidado. Ofrece alternativas que, en cierto sentido, favorecen la consolidación de distintos modelos de provisión y de cuidado en la dinámica de las relaciones de género dentro de las familias. (KR) equidad de género