Día Internacional del Yoga: guía completa para iniciarte como yogui

Por Karime Rivas | junio 21, 2021

En un entorno global con altos niveles de estrés generados por la pandemia, los expertos en salud mental recomiendan el yoga como una técnica de relajación, y sus adeptos están convencidos de que esta disciplina milenaria ayuda a mantener la calma frente a la incertidumbre que nos rodea. Y así, llegamos a la séptima edición del Día Internacional del Yoga, declarado por las Naciones Unidas el 11 de diciembre de 2014 a través de la resolución 69/131.

El yoga es conocido como una disciplina física y mental originada en la India, que enfatiza la meditación y la liberación, por ello es distinguido como una filosofía de vida. Por ser sus orígenes muy lejanos en el tiempo se ha hecho difícil precisar el momento histórico de su aparición. Lo cierto es que ha sido practicado desde hace miles de años, llegando a convertirse en uno de los sistemas de acondicionamiento físico y espiritual con más adeptos en la actualidad, especialmente en una época marcada por la pandemia de covid-19, donde la mayoría de las personas, adeptos o no, se han volcado a esta disciplina para mantener una salud óptima y reforzar su sistema inmunitario tan vulnerado por el nuevo coronavirus.

La misma resolución de la ONU que declaró este Día Internacional, señala «la importancia de que las personas y las poblaciones adopten decisiones más saludables y modos de vida que propicien la buena salud». La Organización Mundial de la Salud, le ha pedido a los 175 Estados miembros que fomenten la actividad física de los ciudadanos. El sedentarismo es una de las diez causas más frecuentes de muerte en el mundo, y un factor clave de enfermedades no transmisibles, como el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

Expertos aducen que el yoga es una forma eficaz de mejorar la salud psicofisiológica y de reforzar la inmunidad. Además de las asanas (posturas), con el yoga se pueden practicar numerosos ejercicios de respiración que podrían ser beneficiosos para fortalecer el sistema respiratorio, así como también ayuda a mantener la calma y la paciencia mediante el control de los niveles de estrés y ansiedad.

Más allá de un concepto básico, el yoga se centra, además, en principios filosóficos y espirituales, por lo que es considerado como la ciencia de la vida, cuyas técnicas fueron reveladas a los grandes sabios (Maharishis) durante estados profundos de meditación. Si bien es una práctica, también es un estilo de vida que sana, cuida y fortalece el cuerpo, la mente y el espíritu mediante la práctica de los asanas, la respiración y la meditación.

Pero, ¿qué son asanas? Los asanas del yoga son las poses o posturas de las que se compone una clase o sesión de yoga, es decir, cuando se adopta una posición con firmeza pero relajado, actuando por repercusión desde determinados centros energéticos situados principalmente a lo largo de la columna vertebral.

Para lograr tener una práctica segura y aprovechar los beneficios en mente y cuerpo, estas posturas deben ser practicadas teniendo en cuenta algunos principios esenciales del yoga, destacando entre las de mayor importancia la respiración y los movimientos para la columna vertebral. Es por ello que la práctica de asanas debe reflejar los principios éticos y los valores espirituales del yoga.

Aunque físicamente estas posturas requieren de esfuerzo y de buena condición, el estado de adentramiento en la meditación permitirá realizar ejecuciones correctas de estos movimientos, al grado de no percibir esfuerzo físico. Estas posturas lograrán estabilizar la conexión entre cuerpo, mente y espíritu, permitiendo que el practicante se sitúe en el momento presente liberando así cualquier tipo de preocupación por el pasado o futuro.

Existe un número indeterminado de posturas, pero algunos aseguran que son más de mil. Muchas toman sus nombres y características de la sabiduría del mundo natural: las montañas, los árboles, los animales, los ciclos de la vida. Podría decirse que las posturas pueden dividirse entre asanas de equilibrio, inversiones, flexión hacia adelante, flexión hacia atrás y torsiones, de acuerdo con sus principales beneficios. Sin embargo, hay otras clasificaciones, como posturas de pie, posturas de descanso, posturas de inicio, posturas de asiento, posturas de apertura, posturas de recogimiento, posturas de fuerza y posturas de rendición. Algunas estarán en más de una categoría y es fundamental combinarlas para tener una práctica más completa en términos de sus efectos.

La realidad es que los asanas permiten mantener el control total de la mente, regalando así una práctica integral, donde se navega por lo más profundo de la espiritualidad, además brinda la oportunidad de desarrollar una estética física armónica y con elasticidad. Los asanas trabajados conscientemente proporcionan una buena salud mental, con un sólido equilibrio emocional y por ende una buena actitud en la vida. El yoga logra un reconocimiento de bienestar y plenitud, y la conexión con algo superior, esto formaría parte del crecimiento espiritual prometido por esta disciplina milenaria.

Desempolvando los libros…

Patanjali, uno de los personajes más relevantes de la literatura India, desarrolló ocho ramas del yoga encaminadas hacia la unión de la conciencia individual con la conciencia universal, con el propósito de retirar cualquier obstáculo que pudiera impedir ver los planos más profundos de nuestro ser. Las ramas conocidas como Óctuple Sendero (ashtanga) sin orden en específico, son vías que trabajándolas simultáneamente permitirán la obtención de un estado expandido de conciencia.

La primera rama del yoga, denominada Yamas establece las normas del comportamiento social que el practicante (yogui) debe adoptar para relacionarse con los demás. Patanjali describe los yamas como la evolución espontánea de un ser iluminado.

Los yamas asumen que una persona que logra elevar su conciencia comprende perfectamente que su individualidad está íntimamente ligada con el todo. Estas normas de comportamiento social, comprenden que el individuo forma parte de un todo, y le proporciona la capacidad de actuar de manera correcta en el universo.

Una de estas normas es la Ahimsa, enmarcada dentro la pacificación, la ahimsa determina que cuando se actúa desde el alma, el individuo es incapaz de ejercer violencia. No existen palabras violentas, ni actos violentos, no hay espacio para la violencia porque el corazón y la mente están llenos de amor y compasión por la condición humana.

La Satya, otra de las reglas sociales establece hablar con la verdad. La veracidad es la integridad de pensamiento, palabra y obra. Ser honestos de manera innata es un simple reflejo de un despertar espiritual.

• La parte de expresión sana de la energía sexual, la enmarca la Bramacharya: concentra que cuando el alma establece una relación de amor con el cosmos, la necesidad de expresar nuestra sexualidad puede ser remplazada por una expresión más amplia del amor.

Asteya, norma la honestidad; describe el renunciar a la idea de que la seguridad y la felicidad radican en las cosas externas. Considera que vivir honestamente emana de una conexión profunda con el espíritu; cuando alcanzamos un estado interior de plenitud, desaparece la idea de manipular y de engañar.

La generosidad, regida por Aparigraha, refleja que el cambio del punto interno de referencia de la persona, pasando del ego al espíritu. Un yogui o yogini sabe que su naturaleza esencial no es física, por ello expresa su generosidad espontáneamente en todos sus pensamientos, palabras y acciones.

La segunda rama del yoga es Niyamas, la cual establece las cualidades de una persona en evolución expresadas de una manera natural. Al igual que la conducta social ideal, las cualidades personales evolutivas emanan de la conexión con el espíritu.

Esta práctica mejora el sistema inmune y la articulación, aumentando la oxigenación de tejidos, fortaleciendo los huesos y el sistema cardiovascular, tonificando el sistema nervioso, regulando la presión arterial y los niveles de azúcar, colesterol y triglicéridos, entre muchas otras.

La Soucha describe la pureza, establece que la mente y el cuerpo se alimentan de las impresiones que recibimos de nuestro entorno; los sonidos, las sensaciones, las imágenes, los sabores y los olores encierran la energía y la información que componen nuestro ser, una vez que los asimilamos. El yoga nos aconseja elegir conscientemente aquellas experiencias que sean sanas para el cuerpo, la mente y el espíritu.

La aceptación es considerada Santosha; y se enfoca en que la aceptación surge cuando renunciamos a la necesidad de controlar, de ejercer poder y de ser aceptados. Santosha es la ausencia de adicción al poder, a las sensaciones y a la seguridad. A través de la práctica del yoga, la experiencia del momento presente aquieta la agitación mental que perturba nuestra aceptación. Aceptación que refleja un estado en el cual nuestra paz es independiente de las situaciones y las circunstancias que nos rodean.

Tapas, establecida para describir la disciplina o austeridad, indica que el estilo de vida del yogui puede parecer disciplinado porque su ritmo biológico está en armonía con el ritmo de la naturaleza; se levantan temprano, meditan todos los días, hacen ejercicios con regularidad, se alimentan de manera balanceada y se acuestan temprano porque experimentan directamente los beneficios de sintonizar su ritmo personal en armonía con el de la naturaleza. Tapas consiste en adoptar la transformación como sendero hacia una conciencia superior.

La Svadhyana, consiste en el estudio de uno mismo, mirar hacia nuestro interior, describe que existe una diferencia entre el conocimiento y el saber, es importante no confundir la información con la sabiduría. Cuando svadhyana está vivo en la conciencia, la alegría proviene del interior y no depende de los logros y de las adquisiciones externas.

Ishwara-pranidhana, descrita como la entrega a lo divino. Establece la personalización de lo infinito, pero incluso cuando pensamos en el infinito, nuestra mente trata de crear fronteras. Ishwara es el concepto que ayuda a familiarizarnos con el campo ilimitado de inteligencia. Ishwara-Pranidhana es entregarse a la sabiduría de la incertidumbre.

Un yogui al experimentar un estado expandido del ser, naturalmente tanto el yamas como niyamas estarán inmersos dentro de su dialogo interior, de manera que podrán catalogarse como etapas cumplidas en el transcurso del caminar para lograr la máxima iluminación.

Quizás la más conocida, la tercera rama del yoga se describe como Asana y está relacionada con la postura, este es un nivel más profundo, como se detalló al inicio, los asanas son la expresión plena de la integración de la mente y el cuerpo; un estado en el cual logramos ser conscientes del flujo de energía vital a través de nuestro cuerpo. Realizar los asanas de manera consciente es una forma de desarrollar la capacidad de actuar conscientemente en todas las circunstancias de la vida.

La cuarta rama del yoga es Pranayama, descrita como la fuerza vital; es la energía esencial que transforma la materia inerte en seres biológicos vivientes en evolución. Cuando el prana fluye libremente a través del cuerpo-mente, la persona se siente saludable y llena de vida. Pranayama significa el dominio de la fuerza vital; son las técnicas de respiración consciente para activar el prana.

Una quinta rama del yoga denominada Pratyahara, representa el proceso de dirigir los sentidos hacia adentro con el fin de concentrar la conciencia en los elementos sutiles del oído, del tacto, de la vista, del gusto y del olfato. Es necesario dedicar algunos minutos del día para desconectar nuestros sentidos del mundo, de manera que podemos escuchar con mayor claridad la voz de nuestro maestro interior.

La sexta rama del yoga, nombrada Dharana, engloba el dominio de la atención y la intención. En esencia, el mundo es un caldo cuántico de energía y de información. Todo lo que percibimos es en realidad un acto selectivo de atención y de interpretación.

A través de la atención y de la intención “congelamos” la energía y la información. Cuando aprendemos a valorar la atención como un bien preciado, podemos crear, conscientemente, condiciones de bienestar y de éxito. Una vez que hemos fijado nuestra atención en algo, las intenciones tienen una fuerte afluencia sobre aquello que queremos manifestar. De acuerdo con el yoga, las intenciones tienen un poder infinito de organización.

La séptima rama del yoga, llamada Dhyana, es otra de las vértebras esenciales de la disciplina, pues esta se centra en la meditación. Consiste en cultivar la conciencia para no perdernos en medio de los objetos de nuestra experiencia y de la transformación incesante. Aunque las situaciones, las circunstancias, las personas y las cosas cambian constantemente en nuestra vida, nuestra esencia, nuestra alma, es aquella parte del ser que presencia esos cambios.

Por último, pero no menos importante, la octava rama del yoga nombrada samadhi, que representa el estado de permanencia en la conciencia pura e ilimitada. En este estado, en el que logramos ir más allá del tiempo y del espacio, del pasado, del futuro y de la individualidad, alcanzamos a experimentar el ámbito de lo eterno y lo infinito. Esa es nuestra naturaleza esencial. Al entrar en samadhi con regularidad, provocamos el cambio de nuestro punto interno de referencia, que pasa del ego al espíritu.