Steve Kerr y Steph Curry: gestión de talento para CEOs

Por [email protected] | junio 20, 2022

Steve Kerr llegó al banquillo de los Golden State Warriors en el verano de 2014, sin experiencia como entrenador. Ocho temporadas, cuatro anillos y seis finales después, se han ganado la condición de mejor equipo de baloncesto del siglo XXI. Un éxito forjado a partir de una brillante gestión del talento, personificada en su estrella. Porque bajo la batuta de Kerr, Stephen Curry ha pasado de ser un diamante en bruto a convertirse en uno de los mejores jugadores de la historia.

El respeto, la admiración y la confianza entre ambos es la base de la dinastía Warriors. Estas son las claves sobre las que se construye, día a día, una conexión ganadora.

Cuidar el primer mensaje

Dicen que no existe una segunda oportunidad para causar una primera impresión. Cuando Curry habla sobre el impacto de Steve Kerr en su carrera y en su equipo, siempre destaca el primer día.

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«Llegó cuando habíamos tenido cierto nivel de éxito», recuerdo Curry. «Entró con mucha humildad. Nos dijo que sabía que éramos un gran equipo, que sólo quería cambiar un par de detalles para ayudarnos a pasar al siguiente nivel».

El respeto por los construido anteriormente y las ganas de trabajar junto a ellos, no por encima, hizo que Curry viese con buenos ojos a su nuevo técnico, un ganador como jugador pero sin bagaje en los banquillos. «A veces tienes entrenadores que quieren ser héroes, buscan decir «yo he traído esto», «yo he hecho esto». Steve es diferente, tuvo una entrada distinta. Eso me desarmó. Sabéis cómo quería a Marc Jackson -anterior entrenador-. Fue un gran cambio para mí, pero esa humildad me hizo ver que podría entenderme con él».

La relación con el error

Kerr supo desde el primer momento que estaba ante un talento especial. La clave para que explotase estaba en cederle el derecho a fallar. Sin espacio para el error, Curry no podría explorar sus límites. El base de los Warriors ha cambiado el juego gracias a un arma letal, su capacidad para tirar desde distancias inimaginables. El papel de Kerr ha sido fundamental.

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Curry recuerda que en su etapa en el instituto y en la universidad le achacaban que no lanzaba lo suficiente. «No fue hasta el cuarto año en la NBA cuando empecé realmente a desarrollar mi rango de tiro. Y pasó de forma natural, aprendes a encontrar dónde están tus espacios para tirar. Mi audacia cambió. Y también, tengo un entrenador que me dejó hacerlo. Me dejó probarlo en los partidos».

Kerr sabía que estaba ante un potencial único. Por eso, apoyó a su jugador a buscar tiros en los que el error era más que probable. De esta forma, impulsó su crecimiento. Curry es hoy el mejor tirador de la historia del baloncesto. «Necesito ser creativo, ser yo mismo, sentirme yo. Ese éxito se ve en mi evolución».

Poner en valor lo que está fuera del foco

La gestión del error tiene dos vertientes: por un lado, permitirlo como parte de un proceso de mejor, y por otro, reaccionar desde un punto de vista positivo. Un claro ejemplo fue una conversación captada por los micrófonos entre Kerr y Curry durante un partido. Sentados en el banquillo, en un momento relajado, de plena conexión, el técnico pone en valor todo lo positivo que el jugador está haciendo más allá de su especialidad, meter puntos.

«Te voy a enseñar algo», dice Kerr, con la hoja de estadísticas en la mano. «Estos son tus tiros -Curry no estaba acertado-. Y esto es tu más/menos -el resultado con el jugador en pista, que era muy favorable al base-. No siempre van de la mano. Estás haciendo un gran trabajo. El ritmo es muy diferente cuando estás en cancha. Todo lo que generas para el equipo es muy positivo. Y eso se ve aquí».

Kerr refuerza su contribución al colectivo, y le enseña que no sólo lo valora por su principal virtud, el tiro. Cree que es mucho más que eso, y lo demuestra con hechos.

Construir la confianza (1/2): fuera de la ‘oficina’

El respeto a la figura personal de Steve Kerr tiene un peso fundamental en la conexión entre ambos. «Para hablar de Steve, tengo que empezar por la persona, porque la confianza se construye así«, confirma Curry. A la citada humildad y disposición del primer día, se une su dimensión humana, con la que se ha ganado no sólo a su estrella, sino a todo su vestuario.

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La comunicación no verbal con sus jugadores es muy elocuente. Son innumerables las imágenes de Kerr abrazando a Curry, riendo con él, charlando con él en momentos tranquilos durante un entrenamiento o antes de un partido. La capacidad del técnico para crear un clima desenfadado con él en el que exponer sus certezas, dudas, preocupaciones o alegrías es muy valiosa.

Además, Kerr no duda en dar la cara públicamente por causas sociales y políticas que le preocupan. El técnico llamó racista a Donald Trump en 2020, días después del asesinato de George Floyd. También impactó su desgarrador grito contra las armas con motivo de la tragedia de Uvalde. Muestras públicas sinceras, naturales, que además alimentan la admiración de Curry y el resto del equipo.

Construir la confianza (2/2): dentro de la ‘oficina’

Dentro de la cancha, Kerr se ha ganado la confianza de su jugador en base a dos ejes. El primero tiene que ver con su capacidad. Kerr demostró a Curry que podía ayudarles a ser campeones y a evolucionar. «Es un ganador, ha ganado en todos los sitios en los que ha estado», afirma Curry (Kerr ganó cinco anillos como jugador). «Ves cómo habla a la gente, cómo encuentra la forma de que todos sepan su rol y lo entiendan. Además, introdujo un sistema en el que todo el mundo iba a sentirse involucrado».

kerr abraza a curry tras ganar el anillo de la nba en 2018

El otro ingrediente del exitoso cóctel es la capacidad para que Curry se sienta valorado como líder. Kerr ofrece muestras constantes de su admiración por él tanto en la sala de prensa como desde el banquillo, con sonrisas cómplices y comentarios de refuerzo. «Me gustaría sentir lo que estás sintiendo en este momento -le confesó durante una de sus espectaculares rachas de triples-, sólo por un momento. Para mí meter 4 triples un día es lo máximo en mi vida», le dijo en un tiempo muerto.

«Ojalá yo hubiese tenido tu confianza para seguir tirando como o haces -le alentó durante un día en el que siguió intentándolo pese a acumular errores-«. Los refuerzos positivos son constantes.

Pero además, Kerr hace que Curry se sienta parte de sus decisiones. Le escucha de forma activa e incorpora alguna de sus peticiones. Sin ir más lejos, la entrada en el quinteto inicial de Kevon Looney durante la eliminatoria de play off contra Memphis nace de una sugerencia de Curry y Draymond Green. Una muestra de confianza y un refuerzo a su estatus de líder.

Los límites

Manejar ese nivel de confianza entre un jugador y un técnico requiere una precisión máxima para que la jerarquía se mantenga firme. Dicho de otro modo, exige marcar unos límites cuando la situación lo pida. Un ejemplo sucedió en una clara victoria de los Warriors ante Oklahoma City. Restaban segundos para el final del duelo, la victoria estaba sentenciada y Curry necesitaba un triple para batir su récord.

El jugador quiso saltar a la pista para conseguirlo, pero Kerr lo devolvió al banquillo. Curry sonrió, pero su cara en los instantes posteriores demostró que no estaba satisfecho. Kerr, sin embargo, puso los intereses y los protocolos colectivos por encima del deseo puramente personal de su estrella. Y, de paso, le recordó quién tomaba las decisiones.

No es la primera vez que Kerr tiene que frenar las intenciones de una superestrella. En su época como jugador de los Chicago Bulls, se enfrentó nada menos que a Michael Jordan. Fue en un entrenamiento, en 1995. Kerr empujó al ’23’ tras una falta dura, y Jordan respondió con un puñetazo. Ambos reconocen que tras el incidente, su relación mejoró.

Involucrado en su felicidad

La conexión personal y la admiración construidas desde el primer día desembocan en una felicidad compartida cuando se alcanza el éxito. Dicho de otro modo: Kerr es feliz cuando Curry es feliz.

«Estoy feliz por todos, pero lo de Steph… Es que sin él todo esto no pasaría, y eso no quita nada a los méritos a la directiva por el equipo que construyó. Pero Steph es la razón por la que todo esto pasó. Es un placer verle jugar cada noche». Una relación para la historia del deporte. (Borja Santamaría)

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