20 años después, las enfermedades del 9/11 siguen devastando a los socorristas

Por pferreras | septiembre 10, 2021

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 dejaron en la política y sociedad estadounidenses unas secuelas, cuyos ecos resuenan veinte años después. Pues, en el World Trade Center (WTC) en el bajo Manhattan, 2,753 personas murieron cuando los vuelos secuestrados, el 11 de American Airlines y el 175 de United Airlines, fueron estrellados en las torres norte y sur, o murieron como resultado de los atentados.

Estas consecuencias son las más recordadas, pero no son las únicas: Más de 1,100 personas han fallecido, desde esa fecha, por haber inhalado el humo generado tras la caída de las torres y desarrollar cánceres de diversa tipología, fallas respiratorias o problemas gastrointestinales.

De ese total, los que perecieron durante los ataques iniciales y los colapsos posteriores de las torres, 343 eran bomberos de Nueva York, 23 eran policías de la ciudad. Desde entonces, otros 250 bomberos y 241 oficiales de la policía de Nueva York han muerto por enfermedades desde el atentado debido a enfermedades relacionadas con la Zona Cero.

Problemas respiratorios, hepáticos, cáncer, depresión y trastornos relacionados con el estrés son algunos de los males que sufren estos veteranos a dos décadas más tarde.

Richard Driscoll fue el bombero número 200 en morir de una enfermedad relacionada con el World Trade Center. Sirvió en el FDNY (Departamento de Bomberos de Nueva York) durante 32 años y fue citado por valentía cinco veces antes de retirarse del Engine 91 en East Harlem en 2002.

Ante este hecho, el Comisionado de Bomberos de aquella ciudad, Daniel Nigro expresó que «es casi incomprensible que después de perder 343 miembros el 11 de septiembre, ahora hayan fallecido 200 miembros más debido a la enfermedad del World Trade Center.

Diversos expertos aseguran que el principal responsable del daño físico que afectó a estos trabajadores es el famoso polvo que cubrió la llamada Zona Cero, tras el derrumbe de los edificios. Investigaciones posteriores demostraron su elevada toxicidad debido a la alta alcalinidad de la mezcla de cemento en polvo. Estas partículas se habrían depositado en los conductos respiratorios, desde la cabeza hasta los pulmones de los rescatadores en unas cantidades por encima de las recomendaciones establecidas por la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE. UU. (EPA, por sus siglas en inglés).

“Las heridas pulmonares son el impacto más común causado por la exposición al polvo y al humo en el World Trade Center”, explicó el científico e investigador de la Universidad de Nueva York Michael Weiden, que ha estudiado los daños sufridos por este órgano como consecuencia del atentado. Dichas lesiones, provocadas por la inhalación, pueden causar inflamación incluso años después y, según Weiden, pueden tratarse de forma similar al asma, con esteroides antiinflamatorios inhalados y broncodilatadores agonistas beta.

Por otra parte, el científico comentó que “el aumento en la incidencia del cáncer es el (efecto) más serio en términos de vidas perdidas” entre trabajadores de servicios de emergencia, bomberos y policías.

Asimismo, el tiempo que los bomberos trabajaron en el lugar del desastre, ya sea más o menos de seis meses, también se relacionó con tasas más altas de enfermedades cardiovasculares. Aquellos que trabajaron durante esa cantidad de meses tenían un 30% más de probabilidades de haber experimentado un ataque cardíaco o un derrame cerebral.

Los hallazgos, aunque no son concluyentes, muestran que las afecciones cardiovasculares también deben agregarse a la lista de enfermedades del 9/11. (por Rodrigo Muñoz)

Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.