El acoso escolar o ‘bullying‘, es un fenómeno común en los entornos escolares, pues constituye uno de los principales problemas de los centros escolares, cuya frecuencia en las aulas –y fuera de ellas-, ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años.
De acuerdo con UNICEF, el acoso escolar afecta por igual a niñas, niños y adolescentes sin distinción de edad, etnia o nivel socioeconómico, y tanto supone violencia física, psicológica como ambas.
Las repercusiones del acoso escolar pueden tener impacto en el corto, mediano y largo plazo tanto para las víctimas como para los agresores y observadores. Este tipo de violencia disminuye el autoestima y confianza y puede conllevar a que la víctima padezca de estados de ansiedad, depresión, autoagresión e incluso conducir al suicidio.
Esta conducta ha sido calificada por la American Psychological Association-Asociación Americana de Psicología como un grave problema de salud pública debido a su alarmante presencia en todos los ámbitos de la vida infantil que incluso llegan a extenderse hasta la edad adulta.
Cada vez hay más educadores que han cambiado su punto de vista respecto al acoso: de una situación inevitable del crecimiento a una violación de los derechos humanos de los niños.
Especialistas sostienen que el acoso escolar o bullying impide a niños, niñas y adolescentes que sufren estos maltratos ejercer sus derechos fundamentales y gozar de experiencias enriquecedoras de educación, interacción social, desarrollo y libre expresión de la personalidad, participación y a sentirse a salvo en la escuela como lugar desde donde es posible construir sociedades más justas y pacíficas.
Este cambio ha llevado a investigadores a probar diferentes esquemas contra el acoso escolar.
Uno de estos esquemas es el método nórdico. Este sistema busca crear una cultura de tolerancia de la victimización que se ejecuta mediante el Programa de Prevención del Acoso Olweus (Olweus Bullying Prevention Program), desarrollado por el fallecido psicólogo sueco-noruego Dan Olweus.
Dan Olweus fue uno de los primeros psicólogos en conceptualizar el término, y lo explica como una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un alumno o alumna con otro/a, al que escoge como víctima de repetidos ataques.
El silencio de las víctimas y de los testigos, así como de los propios centros educativos, ha contribuido al desconocimiento de la magnitud del problema por parte de la lupa de las sociedades.
El método se centra en la idea de que los casos individuales de acoso escolar suelen ser producto de una cultura más amplia que tolera la victimización, por lo que intenta abordar todo el ecosistema escolar para evitar que prospere el mal comportamiento.
Este comienza con un reconocimiento del problema, por lo que los colegios realizan una encuesta para preguntar a los alumnos sobre sus experiencias.
Además, alienta a la escuela a establecer expectativas muy claras para un comportamiento aceptable, y las consecuencias si se infringen estas reglas.
Otro aspecto del programa es que insta a todos los actores escolares a reconocer los lugares dentro de la institución educativa donde es más probable que ocurra la intimidación y supervisarlos regularmente.
El método nórdico refiere organizar reuniones en el aula con todos los que laboran en la escuela para discutir la naturaleza del acoso escolar y las formas en que pueden ayudar a los demás estudiantes que son víctimas de este comportamiento.también debe existir el compromiso de las administraciones del Estado en materia educativa y de las comunidades escolares.
También debe existir el compromiso de las administraciones del Estado en materia educativa y de las comunidades escolares.
Se ha considerado como algo de niños, algo pasajero que permanecía oculto, pues se veía como una pelea, riña o escarmiento entre los menores; sin embargo, y dado que vivimos en un mundo relacionado por las comunicaciones, este fenómeno a partir de la década de los 70, comenzó a preocupar a diversas personas que pusieron de manifiesto que estos hechos repercutían gravemente en el desarrollo del menor, como se menciona en la Declaración de los Derechos del Niño (DDN), proclamada por las Naciones Unidas.
Artículo de la edición de MediHealth mayo-junio 2022.
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