Fiebre Panini: las postalitas que pusieron en jaque a un gobierno

Por [email protected] | noviembre 8, 2022

«No hay figus del Mundial; un lexotanil y esperar». «No hay figus ni álbum, no sé hasta cuándo».  «Si no es Qatar, pase sin hacer fila». Durante semanas, especialmente a finales de septiembre, los quioscos argentinos se declaraban desabastecidos. Argentina se había quedado sin postalitas, conocidas allí como figuritas. La obsesión por la colección del Mundial de Qatar se había disparado, multiplicando la demanda prevista por su fabricante, Panini, disparando los precios y provocando una suerte de corralito (se llegó a limitar el número de postalitas que podía comprar cada persona). Un pasatiempo convertido en cuestión de estado, hasta el punto de poner en jaque a un gobierno, empujado a intervenir para garantizar el suministro de álbumes y sobres.

La colección

Como cada cuatro años, Panini creó una colección especial dirigida a los amantes del Mundial. Las 32 selecciones que disputan el torneo están representadas en el álbum, que se completa con 670 postalitas, 620 normales y 50 especiales. Hay jugadores, seleccionadores, escudos y estadios. Cada sobre contiene 5 postalitas, y su precio en la República Dominicana es de RD$35. En un curioso estudio realizado en 2018 (Mundial de Rusia) Paul Harper, profesor de matemáticas de la Universidad de Cardiff, calculó que son necesarios una media de 967 sobres para terminar la colección (sin intercambiar postalitas). Equivale a RD$33,845.

Panini

Así, los aficionados pueden hacerse con su álbum de tapa dura o tapa blanda (RD$180) y comenzar a pegar sus postalitas. Panini, compañía italiana fundada en 1961, comercializa su producto en más de 100 países y cuenta con alrededor de 500 mil puntos de venta en América Latina. La colección salió a finales de agosto. La locura no tardó en estallar.

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¿Qué sucedió?

La sed de Mundial desbordó las previsiones de Panini y demostró que las colecciones de postalitas no son sólo cosa de niños. La fiebre contagió especialmente a un público adulto, apasionado, fanático del fútbol. Y en eso, nadie supera a los argentinos. Tratándose del último Mundial de su ídolo, Leo Messi, los aficionados se agolparon en las puertas de los kioscos. Se crearon colas de horas que terminaron con las reservas de los puntos de venta del país. Las quejas comenzaron a acumularse y se disparó la ansiedad. En un giro sorprendente de los acontecimientos, se llegó a generar un mercado alternativo de postalitas, donde los preciso multiplicaban por 2 y por 3 los oficiales.

La situación llegó a límites insospechados. A finales de agosto, la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA) organizó una marcha a las oficinas del distribuidor de Panini para pedir que se mejorara el suministro y se luchara contra la venta en puntos no autorizados. Un hobby que había desembocado en problemas de abastecimiento, nervios, protestas… Quedaba la guinda.

La intervención del gobierno argentino

El termómetro seguía subiendo. Las estampas ya eran casi una preocupación nacional y las miradas comenzaron a apuntar al propio gobierno argentino. La presión popular escaló hasta tal punto que el ejecutivo se vio empujado a intervenir. El 20 de septiembre, la secretaría de Comercio hizo pública una reunión para mediar entre la UKRA y Panini, con el objetivo de calmar las aguas y que los sobres de postalitas volvieran a los quioscos. Más allá de la fiebre de los consumidores por rellenar sus álbumes con sus estrellas, especialmente Messi, las colecciones de Panini suponen en estos meses una fuente de ingresos clave para el sector de los quiosqueros.

Sin embargo, la intervención, que frenó las ansias de muchos aficionados, mereció fuertes críticas en un país con una inflación disparada (83 % interanual en octubre), una moneda en pleno derrumbe y, en definitiva, una inestabilidad económica galopante.

¿Y en otros países?

Argentina es un país pasional, irracional por momentos cuando de fútbol se trata. Sin embargo, la fiebre Panini ha contagiado a otros lugares de América Latina con una fuerza similar. En Brasil, por ejemplo, el precio de los sobres se disparó un 100 % respecto al Mundial de Rusia. En los momentos más álgidos de la crisis, una postalita de Neymar llegó a superar los US$500 en internet. México y Colombia también han visto cómo los precios crecían, una situación similar a la vivida en Uruguay, para alegría de vendedores ambulantes.

Una inesperada demanda que se desató antes incluso de que se confirme qué jugadores participarán en el torneo. Las listas de las selecciones todavía no son oficiales. El Mundial arranca el próximo 20 de noviembre pero la locura ya ha comenzado. Lo ha hecho en los quioscos.

Por Borja Santamaría.

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