El ‘outsider’ se convirtió en héroe: Dominik Livakovic, la leyenda tranquila

Por [email protected] | diciembre 5, 2022

Con todos los focos listos para el regreso de Neymar Jr., uno de los teloneros, ataviado con unos guantes, se aclaró la garganta para hacer historia en el Mundial de Qatar. En una banda guiada por la magia de Modric, el talento de Kovacic o el despliegue de Brozovic, un cantante de rol secundario rompió en héroe nacional. Dominik Livakovic lleva cuatro años defendiendo la portería de la selección de Croacia. En 2018, vivió el increíble subcampeonato balcánico a la sombra de Subasic. Esta vez, el portero del Dinamo de Zagreb acudía al gran torneo del universo f;utbol con los galones de titular, pero sin atraer excesiva atención. Hasta que, frente a Japón, se convirtió en en leyenda.

Cuando su equipo más lo necesitaba

Tras un duelo igualado, en el que Japón rozó una nueva sorpresa (ganó a Alemania, ganó a España y tuvo contra las cuerdas a la actual finalista), el duelo se encaminó a una prórroga en la que Croacia se mostró más incisiva, pero el miedo a perderlo todo aconsejó pocos riesgos. Llegó, por tanto, el momento fatídico para unos, la oportunidad de conquistar la gloria para otros: la tanda de penaltis.

Los cambios realizados durante el encuentro limitaban algo el potencial croata en el capítulo de lanzadores. Modric, Kovacic o Kramaric, quizás los tres más fiables por cuestiones de experiencia, ya estaban en el banquillo. Se requería un ‘outsider’, un superhéroe inesperado. Livakovic, serio, concentrado, tal vez frío, lo entendió a la perfección.

Las estadísticas apuntan a que el 60 % de los equipos que empiezan una tanda de penaltis lanzando, se llevan el triunfo. Un dato que habla, fundamentalmente, del peso psicológico que tiene verse por delante en el marcador. Es decir, marcar el primero es un paso de gigante

Empezó Japón. Lanzó el 10, Minamino, ex del Liverpool. Livakovic, con cara de póker, se dejó caer a su derecha, adivinando la intención de su rival y repeliendo el disparo. La afición croata rugió mientras el meta se levantaba del suelo tranquilo, sin realizar ninguna mueca, y se apartaba al lateral del área. Calma. «Mi trabajo no termina aquí».

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Croacia marcó el 1-0. Llegó el turno de Mitoma. Su disparo fue ajustado al lado izquierdo del meta, que en una reacción espectacular, estiró su brazo, construyendo un muro que el lanzamiento no pudo derribar. Por primera vez en la historia de los Mundiales, un portero paraba los dos primeros penaltis de una tanda. No lo hizo Buffon, ni Kahn, ni Courtois ni Casillas; lo hizo el meta del Dinamo de Zagreb.

Su imagen sentado en el suelo

Croacia necesitó un último servicio de su héroe. Con 2-1 en el marcador, el central Yoshida tuvo la oportunidad de meter presión e igualar la cuenta (con un lanzamiento más). El defensa, con experiencia en la Premier, apostó por el lado izquierdo de Livakovic. Este lo intuyó a la perfección y volvió a estirar su brazo. Tras la intervención se quedó sentado, abriendo las alas con gesto sonriente pero sin dejarse llevar por la euforia.  Su tercer paradón permitió a Pasalic sentenciar. Croacia se medirá a Brasil en cuartos de final.

Los regalos del tiempo

La historia de Livakovic es una muestra de que a veces, no es tan tarde como puede parecer para cumplir un sueño. De que el tiempo suele guardar inesperadas sorpresas si se le deja actuar y se mantiene la determinación. Con un estreno temprano en el Zadar, el Dinamo de Zagreb, el grande por excelencia de la débil liga croata, se hizo con sus servicios cuando tenía 17 años.

Pero Livakovic tuvo que esperar. Tiempo al tiempo, y trabajo. El Dinamo lo cedió al Zadar, donde encajó más de 160 goles en 108 partidos. Las dudas, los números y la oportunidad que no llegaba no hicieron que el meta nacido en Zadar hace hoy 27 años se rindiera. Al contrario. El 2 de octubre de 2016, cuando ya tenía 22 años (las jóvenes promesas de los Balcanes tienden a explotar antes en el panorama europeo), Livakovic se puso bajo los palos de la portería más exigente de su país. Pronto le llegó la llamada de la selección y, después del Mundial de 2018, la imponente tarea de relevar a una leyenda como Subasic. Ayer comenzó a escribir la suya.

Más instinto que análisis

«Aprendí de Subasic«, afirmó minutos después de hacer historia. «No me parece que estos penaltis fuesen fáciles de detener. No fueron perfectos, pero fueron duros, muy fuertes, salvo el primero. Es más instinto que entrenamiento y análisis«. Palabras que recogen la esencia de la gestualidad que mostró en el momento cúlmen de su carrera: tranquilidad, convicción, naturalidad.

Regresó y marcó Neymar, brilló Vinícius, arrolló Brasil (4-1), Japón coqueteó con la épica… Y sin embargo, el gran protagonista de la jornada de octavos llegó al Mundial por debajo de la gran mayoría de radares. En un país caracterizado por el orgullo y el sentimiento patriótico, Dominik Livakovic ya es un héroe.

Borja Santamaría

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