La tecnología no deja de acelerar. Las innovaciones traen consigo avances prácticos y, por supuesto, teóricos, con nuevos términos que debemos manejar para entender hacia dónde caminamos. Algunas de estos conceptos, más o menos técnicas, forman ya parte de la conversación diaria, y otros están haciéndose un hueco cada vez más relevante. Por ello, es importante usarlos con precisión.
Algunos de estos términos ‘tech’ ya nos suenan familiares pero, ¿sabemos qué significan con exactitud? Bienvenido a nuestro ‘techcionario’, un breve diccionario de tecnología.
La inteligencia artificial (IA) marcará el desarrollo mundial en las próximas décadas. Algunos, como el CEO de Alphabet Sundar Pichai, la comparan con la electricidad e incluso el descubrimiento del fuego. La IA se refiere a la creación de máquinas que pueden imitar la inteligencia humana, generando contenidos de todo tipo, recopilando grandes cantidades de información o realizando tareas que hasta su llegada estaban reservadas para las personas.
Su potencial es inmenso, y está llamada a revolucionar campos como la medicina, el aprendizaje, las matemáticas, la cultura, la seguridad… Las posibilidades son infinitas, lo que a su vez levanta preocupaciones en ámbitos como la ética, la privacidad o la propia seguridad.
La IA imita la inteligencia humana pero no «aprende» de la misma forma que las personas. Su funcionamiento está basado en conjuntos inmensos de datos en constante expansión en los que se basa el sistema para crear contenidos o realizar acciones. Aquí reside la diferencia con la inteligencia general artificial (AGI), denominada por algunos «inteligencia artificial fuerte», que aprende de la misma forma que un humano. Esto incluye la imitación de la sensibilidad, el autoconocimiento o incluso la conciencia.
En resumen, la IA debe estar programada por un ser humano, pero la AGI puede aprender casi cualquier cosa por sí sola, lo que lleva a muchos expertos a advertir de sus riesgos.
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Un bot es un programa informático capaz de realizar una tarea y repetirla de forma autónoma, reaccionando además a estímulos. Lo hace a una velocidad mucho mayor que la de ser humano. Los reastreadores web son un ejemplo.
Los chatbots, o bots conversacionales, son un tipo de bot diseñado para responder a solicitudes de los usuarios. Un chatbot está configurado previamente para ofrecer respuestas automáticas a diferentes tipos de solicitudes y simular una conversación. Son rápidos y concisos.
El nacimiento de ChatGPT ha revolucionado por completo este ámbito.
La realidad virtual es una simulación de la realidad ante nuestros ojos. Una creación en la que, gracias a dispositivos como pueden ser gafas o cascos, podemos sentirnos inmersos. En este caso, el universo generado es totalmente nuevo, sin relación con el entorno en el que está el usuario. Un concepto que da vida al metaverso.
En el caso de la realidad aumentada, añade ese universo creado al entorno real, con imágenes superpuestas. Es decir, mezcla elementos reales, que no cambian su posición o forma, con otros virtuales, que se diferencian para añadir información.
La tecnología de una empresa está en sus manos. El CTO es el líder del departamento de tecnología, lo que incluye entre sus funciones el desarrollo de la estrategia general relacionada con este campo, básico para que una compañía adopte la innovación como uno de sus grandes valores.
Su papel exige estar actualizado a tiempo real de los numerosos avances que, a un ritmo cada vez más acelerado, surgen en el universo de la tecnología y en el ámbito específico de su sector. Para que una empresa no se quede atrás en términos tecnológicos, mejore cada día su producto o servicio y aproveche las novedades para aumentar su productividad, el CTO es una pieza vital.
El sufijo -tech ha entrado con fuerza en el mundo business para generar nuevos sectores de negocio. Las startups se inscriben, habitualmente, en estos campos, que añaden innovaciones tecnológicas para transformar los servicios tradicionales en áreas como las finanzas (fintech), la educación (edtech) o la medicina (medtech), por citar tres ejemplos.
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Este sufijo es garantía habitual de servicios rápidos, ágiles, flexibles y que el usuario puede realizar directamente, sin intermediarios ni trabas de movilidad geográfica.
El universo cripto esconde innumerables ciberamenazas a las que la tecnología blockchain da respuesta. Son cadenas de bloques digitales que sirven para almacenar y estructurar la información de forma segura. Los eslabones de la cadena están conectados entre sí gracias a un cifrado criptográfico que garantiza su seguridad. Además, una vez se añade la información, se engancha a la cadena y ya no desaparece.
Se trata de un sistema privado y descentralizado, que podría adaptarse a otros campos como, por ejemplo, el electoral.
El universo big data tiene la llave de cada vez más decisiones de las que se están tomando en todos los sectores de negocio. Los CEO deben manejar datos para intuir las necesidades de sus clientes, las oportunidades de negocios o los riesgos internos o externos.
El término big data hace referencia a una inmensa cantidad de datos que debe ser manejada por un sistema de procesamiento de datos no tradicional. Cada cliente y cada movimiento de la empresa generan información que se traslada a valores, o datos. El big data es capaz de relacionar estos datos para ayudar a entender y predecir comportamientos o contextos futuros.
El número de datos no deja de crecer, aumentando día a día la exigencia pero, también, las oportunidades.
Se trata de un ecosistema virtual creado por servidores unidos en una red, y que almacenan o administran datos y contenidos de todo tipo. Esto permite que el usuario pueda llegar a toda esta información guardada en la nube desde cualquier dispositivo. Es decir, no hace falta acceder a un video siempre desde una computadora concreta. Si el contenido está en la nube, es accesible desde cualquier celular, tableta u ordenador.
Un avance que ha revolucionado, por ejemplo, el mundo del trabajo en equipo, agilizando el proceso para compartir información o recursos e impulsando el modelo remoto o híbrido. De ahí que la nube se haya convertido en uno de los grandes negocios del universo digital, con las big techs invirtiendo con fuerza en el sector.
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La tecnología está impulsando un modelo de trabajo que rompe con el esquema tradicional. La gig economy se encamina a una fórmula en la que clientes y trabajadores se ponen en contacto de forma directa para proyectos concretos. Las posibilidades ofrecidas por las plataformas tecnológicas o los sistemas de blockchain juegan un papel clave para desarrollar esta forma, nacida hace más de una década en EE.UU. y estimulada por la pandemia.
De hecho, un informe de McKinsey citado por el BBVA señala que entre un 20 % y un 30 % de la población activa de Europa y Estados Unidos ya practica la gig economy.
Las aplicaciones son parte de nuestro día a día. Las superapps han dado un paso más, para integrar diferentes servicios en una misma plataforma, agilizando nuestros movimientos por ejemplo en el ámbito financiero, e incorporando servicios personalizados a través de bots. Estos lugares acumulan servicios para crear ecosistemas y además, como apunta la agencia EFE, «ofrecen una plataforma para que terceros puedan desarrollar y publicar sus propias miniaplicaciones».
Borja Santamaría
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