Con sorpresiva premura, el Consejo Nacional de Seguridad y Defensa ha determinado la reapertura de la frontera con Haití. Existen cuatro puntos de paso legal, Dajabón, Elías Piña, Jimaní y Pedernales. Los primeros camiones con cargas humanitarias ya recorrían antes del fin de semana una ruta por la que transitan mercancías valoradas en hasta 831 millones de dólares cada año. En la mayoría de transacciones Puerto Príncipe es el deudor. El cierre respondía a la ruptura del hilo constitucional en el tercio occidental de la isla.
La medida contempla permitir de nuevo el cruce legal de carga y correo, y de hasta 50 personas por hora en ambos sentidos, entre las 06:00 y las 13:00 horas. De lunes a domingo. La iniciativa del presidente de República Dominicana, Luis Abinader, ha encontrado eco en los comerciantes de la zona. Y también en los altos mandos militares, que aseguran estar en capacidad de garantizar la seguridad en la zona de tránsito internacional.
El tema reviste importancia singular, ante la interdependencia entre las dos naciones. Prolongar disposiciones de tipo restrictivo en el tiempo, impactaría en la generación de divisas para República Dominicana. Este último se viene recuperando del impacto de la pandemia de covid-19. Antecedido por EE.UU., Haití sigue siendo el segundo destino de las exportaciones de productos quisqueyanos, principalmente alimentos, productos químicos y materiales de construcción.
El empresariado y la academia ven por su parte como contraproducente que República Dominicana insistiese en crear una crisis de desabastecimiento en Haití. Los ciudadanos de este país, en el que la mitad de sus 11.5 millones de habitantes vive bajo la línea de pobreza, es decir con menos de 3.2 dólares por día, verían acrecentada su necesidad de seguir cruzando la línea divisoria, para encontrar suministro de comestibles, bebidas y medicamentos.
En palabras del economista Leonardo Perozo, “desde el punto de vista económico, se aumentan los niveles de pobreza en la zona fronteriza, se acrecienta el gasto militar dominicano que garantiza la seguridad fronteriza, y el país se mantiene en alerta de migración por los haitianos que pudieran ingresar al país”. Cabe resaltar que el comercio irregular supone el 50% del volumen de transacciones comerciales, y que de ellas el 77% son exportaciones dominicanas.
Aunque Santo Domingo reconoce ante la reapertura de frontera que “la sostenibilidad de la seguridad depende mucho de la normalización del intercambio comercial entre los dos países, (y que) los ciudadanos haitianos necesitan de los productos agrícolas y agroindustriales dominicanos para suplir sus necesidades alimenticias”, se persevera en los planes de modernizar la verja divisoria de 376 kilómetros, con tecnología de punta y mejores soportes, en un plazo de dos años.
Haití, históricamente envuelto en convulsiones políticas y golpeado por fenómenos naturales, como el terremoto de 2010 y el huracán Matthew en 2016, volvía a generar consternación en el mundo ante hechos violentos acaecidos en la madrugada del 07 de julio. Un comando armado, mayoritariamente conformado por ciudadanos colombianos, asesinaba en su residencia de Puerto Príncipe al primer mandatario haitiano Jovenel Moïse.
Una rápida reacción de la policía haitiana derivaba en la captura de 18 mercenarios cafeteros, y en la muerte de tres más. Por lo menos 5 habrían escacapado. También fueron arrestados tres haitianos, entre ellos Christian Emmanuel Sanon, un médico residente en Florida, que según fuentes pretendía tomar el poder. Al afirmar que el último encuentro con sus financiadores tuvo lugar en Miami, el Washington Post ha controvertido sin embargo a dicha autoridad. Esta dispersaba el rumor de que aquel habría sido sostenido en un hotel de Santo Domingo. (mov)
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