¿Qué es el pensamiento de segundo orden?

Por Gabriel Rico Albarrán | abril 14, 2022

De manera muy general, el pensamiento de segundo orden es pensar sobre lo pensado. Analizar las consecuencias de las secuelas de algo.

Se emplea para comprender mejor la realidad, en especial si es novedosa, para resolver problemas, tomar decisiones y generar nuevas ideas. La contrapartida es que es una cualidad muy escasa, describe Edith Sánchez en lamenteesmaravillosa.com.

La mayoría de las personas tiende a reflexionar solo en soluciones y efectos a corto plazo. Esto es, en las consecuencias o impactos inmediatos de una idea o una acción.

Este tipo de razonamiento implica profundizar y proyectarse más allá. Por lo tanto, es más exigente y, por lo mismo, menos utilizado. Al mismo tiempo, esta cualidad es mucho más eficaz, tanto en el plano personal como en el colectivo. Produce mejores decisiones y conductas más ajustadas. Aun así, no se practica mucho por el esfuerzo que demanda.

Esta peculiaridad se ubica en el marco del pensamiento lógico y racional. Por lo tanto, funciona de la misma manera. Lo que le diferencia del de primer orden es la proyección que alcanza. Mientras este último solo analiza el efecto inmediato de una acción, el de segundo orden evalúa el efecto del efecto.

Aunque esta cualidad se promueve sobre todo en el marco de la ciencia y en el mundo empresarial, lo cierto es que puede aplicarse a cualquier tipo de situación, incluyendo la vida personal. Es una forma de salir de los análisis simples y obvios, y de profundizar en la realidad.

Su mayor ventaja es que permite ver la realidad en perspectiva. Esto conduce a ideas más interesantes, soluciones más eficaces y decisiones más sólidas. Exige un esfuerzo adicional, frente al pensamiento corriente, pero también ofrece más beneficios.

Para comprender mejor qué significa contar con esta característica, nada mejor que valernos de un ejemplo. Una situación que lo ilustra se dio en el momento en el que la India, bajo el gobierno del imperio británico, vivió una superpoblación de serpientes cobras en Delhi.

Para resolver este problema, las autoridades fijaron una recompensa monetaria para quienes entregasen estos animales muertos. Todo funcionó muy bien hasta que a algunos negociantes se les ocurrió criar cobras para luego matarlas y cobrar la recompensa.

¿Cuál fue el resultado? Las autoridades se dieron cuenta de la trampa y eliminaron la recompensa. Frente a esto, los negociantes soltaron las serpientes que tenían en su haber y la ciudad se vio nuevamente afectada.

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Claves para lograr encaminarse hacia la profundización

El pensamiento de segundo orden no se puede utilizar para todos los problemas, decisiones o salidas. No tiene sentido aplicarlo para saber qué ropa ponerse, a menos que esto sea absolutamente determinante para algo. Lo razonable es aplicar esto a los asuntos más relevantes.

Una clave para aplicar la argumentación de segundo orden es empleando la fórmula “¿Y entonces qué?”.

Por ejemplo: “Voy a comprar un coche eléctrico, ¿y entonces qué?”, “ya no tendré que volver a la gasolinera, ¿y entonces qué?”, “podré cargarlo en mi propia casa, ¿y entonces qué?”, “subirá la cuenta de la luz, ¿y entonces qué?”, “gastaré más en esa cuenta, de lo que antes gastaba en gasolina, ¿y entonces qué?”, etc.

Otra clave es razonar a largo plazo. Esto es, pensar en las consecuencias de las cosas a uno, tres y cinco años. No es un ejercicio fácil, pero sí la esencia del pensamiento de segundo orden.

Finalmente, se debe tomar conciencia en los posibles afectados, en los riesgos, valorar los incentivos y sustentar todo esto con opiniones expertas o datos históricos.

Por Héctor García

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