¿Realmente las mujeres se ejercitan menos que los hombres?

Por Karime Rivas | junio 18, 2021

En el 2021 es habitual ver a miles de mujeres participando en los grandes maratones del mundo, desde New York hasta Berlín pasando por Madrid. Pero esto no fue siempre así. El 19 de abril de 1967, Katherin Switzer cambió la historia al burlar la prohibición que impedía a las mujeres competir un maratón. Lo hizo, además, en el más antiguo del mundo: el maratón de Boston. Desde entonces la cifra de mujeres que practican deportes no deja de crecer, sin embargo, las mujeres se ejercitan menos que los hombres.

De acuerdo a cifras publicadas recientemente por un estudio de Harvard, las mujeres se ejercitan menos que los hombres, 34.4% frente al 47% de ellos. De hecho, se estima que cerca del 67% de las personas no se ejercitan en lo absoluto.

La principal razón, según apunta el estudio, es la falta de tiempo, el cansancio por el trabajo y los problemas de salud; sin embargo, de acuerdo con entrenadoras profesionales, hay otra razón que impide que las mujeres acudan a un gimnasio o centro deportivo y es que muchas no se sienten cómodas en esos espacios, que fueron tradicionalmente masculinizados.

Con el objetivo de crear alternativas pensadas en las necesidades específicas que tienen las mujeres, como flexibilidad de horarios, aparatos adecuados, instructoras e instructores sensibilizados con las distintas corporeidades y objetivos que puedan tener, han surgido varias iniciativas para que las mujeres se puedan sentir cómodas y seguras al ejercitarse.

Fotografía: Es la moda México

Algunas marcas internacionales de deportes como Nike, han hecho su propuesta innovadora, con un proyecto que inició en México de la mano de Ari Gómez, entrenadora profesional, cuyo principal fin es crear un ambiente que deje de marginar a la mujer en la práctica de cualquier deporte profesional y amateur.

Cada uno de los pisos de su edificio tiene un encanto diferente. Todos han sido pensados y creados con el objetivo de sacar el máximo potencial de las mujeres. Puedes consentirte con un baño relajante después de un arduo entrenamiento grupal con los Nike Master Trainers, comprar a través de la tecnología de Magic Mirrors, cambiarte el look con expertos que te guiarán a tener el mejor estilo, potenciar los tenis con el servicio de sneaker pedicure (en donde quedarán como nuevos) o hacer el servicio de bra fitting para conocer la talla y recomendación de bra con base en el deporte que practiques. Estas son tan sólo algunas de las originales y divertidas actividades y servicios que ofrece la casa, con el que Nikes aporta una alternativa para el hecho de que las mujeres se ejercitan menos que los hombres.

Fotografía: Es la moda México

Gómez, responsable de adaptar en México el proyecto Casa Nike Women, que surgió en Nueva York, asegura que la cultura fitness ha evolucionado en términos de inclusión desde los últimos cinco años. “Cuando abrimos la casa Nike vimos que funcionó de inmediato porque hicimos un lugar donde las mujeres se sentían seguras; muchas de ellas antes no querían hacer ejercicio por miedo a no saber utilizar los aparatos o cómo hacer un ejercicio específico, iban al gimnasio y había un ambiente muy masculino en el que además podían sufrir acoso”, señala.

La cultura tóxica del fitness, el lado oscuro de la moneda

En República Dominicana existen al menos 380 gimnasios y sus costos pueden variar dependiendo de la zona en que estén ubicados y, sobre todo, de los servicios que ofrecen. En promedio, la mensualidad de un gimnasio oscila entre los RD$ 900 a RD$ 5,000.

La pandemia también trajo nuevas opciones. Debido al confinamiento para contener los contagios de coronavirus, se implementó un sistema virtual para continuar ofreciendo las clases y asesorías personalizadas que también, en algunos casos, incluyen planes alimenticios y hasta ofertas híbridas de entrenamiento presencial y remoto.

El problema con la industria, de acuerdo con Noris García Aguirre, entrenadora física profesional, es que aún se aspira a ser un molde universal. “Ya no vemos los cuerpos delgados que veíamos hace 20 años, ahora el molde es querer tener un cuerpo sumamente tonificado, blanco y que mida por lo menos 1.80 metros. ¿Todas podemos aspirar a eso? No, y no por ello nos tenemos que alejar del deporte por diversión, hobby, salud o cualquier motivo que acerque a las mujeres con la actividad física”, dice.

Que existan modelos normativos de cuerpos no diversos provoca disonancia cognitiva en las mujeres, es decir, crea una tensión interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona y que al mismo tiempo está en conflicto por un comportamiento que no concuerda con las expectativas.

Para García, no hay nada de malo con los cuerpos que muestra la industria en publicidad, pero tampoco con los cuerpos de mujeres que no encajan con ese perfil, sobre todo si se busca vivir un estilo de vida más saludable. Es importante tener presente que los estereotipos solo encajan con culturas específicas, en cuanto la tendencia cambia, también lo hacen los conceptos de belleza.

“Es posible tener una vida sana así (haciendo ejercicio), pero no es la única forma. La cultura tóxica del fitness nos dice que sí, que el bienestar en la belleza y estar bien en la salud sólo viene a través de los caminos que la industria muestra, porque la manera en que se valora el cuerpo depende de qué está buscando la sociedad en ese momento”, detalla.

“Cuando personas con sobrepeso se acercan a entrenadores o gimnasios, la gente asume que van para perder peso, pero qué tal que sólo quieren tener más resistencia”, dice García.

En el caso de las mujeres, recomienda, entrenadoras y preparadores físicos tienen que contemplar factores fisiológicos de cada persona, pero también externos como estilos de vida. Pone como ejemplo a las mamás, quienes tienen vida ocupadas, porque como ya señaló ONU Mujeres, son las responsables de la mayor parte de los cuidados y labores domésticas, además de sus responsabilidades en empleos formales o informales. Y además la causa principal de que las mujeres se ejercitan menos que los hombres.

“Es irracional ponerles una rutina sin considerar que no tienen el mismo tiempo que otras personas. Tú como entrenador le dices que tienen que dedicarle dos horas todos los días, y si no lo logra, la maltratas psicológicamente y si no ella misma se siente mal y termina desertando porque no cumple con los estándares que no consideran su realidad”, advierte.